No me sorprende encontrarme una vez fuera de la residencia a Cassiel con los brazos cruzados, apoyado en el capó del coche. Sabe lo que ha ocurrido dentro, o si no, lo intuye. Aunque solamente basta escuchar el ruido que se ha formado en la residencia provocada por su abuelo y en parte por mí. Suspiro cansada de escuchar el alboroto incluso estando en la calle.
Paso a su lado y entro en el coche. Una vez dentro lo primero que hago es tirar mis cosas en los asientos traseros con rabia para después apoyar mi cabeza contra el cristal. Cassiel no tarda en entrar.
—¿Estás bien?
Agradezco que lo primero que me pregunte sea eso, pero ahora mismo no encuentro las palabras para expresarme. Suspiro y miro a la residencia que tenemos delante.
—Tu abuelo fue la persona que me espió aquella noche entre los árboles. Él vio todo lo que pasó y estuvo dispuesto a dejarme morir. Dejó morir a mi hermana y a mi padre.
Esperaba que decirlo en voz alta me liberara de algún modo, cosa que no funciona. Me siento vacía y por alguna extraña razón que no logro explicar no siento furia como ahí dentro. Simplemente estoy cansada.
—Por lo menos hemos averiguado eso aunque no el motivo del porqué mis padres se separaron.
La mano de Cassiel se apoya en mi pierna en un intento de reconfortarme.
—Tal vez no haya una razón—comienza a decir—. Estos meses investigando no han sido en vano, Keira. Hemos averiguado muchísimas cosas, pero puede ser que tus padres simplemente dejaron de gustarse y cada uno tomó distintos caminos.
Lo pienso. Es la elección más fácil, la solución más sencilla y la menos dolorosa, y aun así no logro convencerme. Sé cómo actuaba mi madre cuando hablaba con mi padre y si, después de su ruptura volvieron porque descubrió que estaba embarazada de mí, pero eso no explica el porqué se alejaron. Sin embargo, la última persona que podía resolver este enigma, no lo sabe y por ende nadie. Solo me queda tomar ese camino a pesar de que no lo crea.
—Sí, supongo que fue eso.
No me hace falta preguntarle para saber que él tampoco se cree eso. Es obvio que Cassiel también piensa que hay algo más, pero ya no podemos tirar más de la cuerda. Hemos hecho todo lo que hemos podido, que no ha sido poco, y después de todo esto, es hora de dejarlo.
—Me ha llamado Laylah—dice de pronto Cassiel.
—¿Qué quería?—pregunto para hablar de otro tema.
Cassiel enciende el motor y una vez en marcha me responde
—Al parecer ha pasado algo grave en Denver y tenemos que volver.
—¿Cómo que volver?
—No me han dado más detalles, salvo que tú, mi hermana y yo tenemos que regresar cuanto antes a Denver—explica mientras me pasa su móvil con un correo de la universidad enviado hace diez minutos.
Leo el contenido. Tiene razón, lo único que dicen es que tenemos que regresar tras ocurrir unos sucesos bastantes graves. Releo una y otra vez en busca de alguna pista pero nada. Miro a Cassiel que conduce con la mandíbula apretada. Sin duda esto le gusta tan poco como a mí y no por habernos interrumpido, sino porque aquí hay algo extraño y ambos lo sabemos.
—Esto no tiene sentido—digo rompiendo con el silencio.
—Nada tiene sentido.
—Ya, pero si fuera tan grave nos dirían el porqué, además, ¿por qué justo nosotros tres? ¿Qué relación hay entre vosotros y yo?—mascullo frunciendo el ceño—. No entiendo nada.
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La Promesa Eterna-1 ✔
Novela JuvenilEn Denver, la ciudad de las oportunidades y las esperanzas llega Keira Selby para poner todo patas arriba. Su repentina llegada al comienzo de su primer año en la Universidad de Denver, levantará a su paso secretos que nadie había pensado poniendo e...