—No entiendo por qué estás tan nerviosa —dice Lily mientras esquiva a la gente para sentarse en el único espacio libre que encontramos en la cancha del instituto. Es en una esquina en la segunda fila y el ángulo es bastante incómodo, pero vamos a poder ver a los jugadores muy cerca de nosotras—. Tú accediste a venir.
Me siento a su lado con un resoplido. No hace falta que me lo recuerde.
Lo cierto es que cuando Austin me pidió con ojos esperanzados que fuera a verlo jugar a su próximo partido de basquetbol, no pude negarme. Es lo mínimo que se merece luego de haberme acompañado a ver el partido de mi hermana la semana pasada.
Ya no puedo seguir retrasando lo inevitable, es hora de que deje de evitar a Kyle. Además, ya lo había vuelto a ver y no había sido tan desastroso, decepcionante sí, pero predecible. Supongo que había sido como tenía que ser.
Aún así, no puedo evitar sentirme inquieta por el partido.
—Lo sé —contesto y observo como se termina en dos bocados su burrito cuando yo ni siquiera he tocado el mío—. Tal vez estoy nerviosa porque la primera vez que estuvimos aquí las cosas eran muy diferentes.
En ese entonces yo estaba ayudando a Kyle para que volviera con Jess y apenas conocía a Austin. Kyle y yo nos estábamos convirtiendo en amigos y ni siquiera se me hubiera cruzado por la cabeza... desearlo.
—¿La vez que besaste a Kyle? —pregunta Lily y yo la miro boquiabierta.
—¡Esa fue la última vez que estuvimos aquí, no la primera! —siseo— Dios, Lily, no estás ayudando con mi nerviosismo.
—Lo siento, lo siento —contesta y luego se pone rígida mirando un punto a mi derecha—. Tal vez deberíamos dejar de hablar del tema.
Yo sigo su mirada y veo que Jess ha llegado y se está sentando al lado de una chica que quita su mochila para dejarle espacio. Está en la primera fila a unos pocos metros de nosotras.
Mi estómago se revuelve porque es la primera vez que la veo luego de la charla que tuve con ella, y la expresión de su rostro es totalmente opuesta a la de aquel día. Ahora tiene una sonrisa radiante y parece feliz, entusiasmada por el partido. Aparto con rapidez la mirada y la centro en la cancha todavía vacía.
Lily hace una mueca antes de hablar.
—He estado aguantándome mucho tiempo sin preguntar... pero dado que pareces a punto de vomitar, lo haré. —Hace una pausa dramática y luego señala mi burrito—. No te vas a comer eso ¿no? —pregunta Lily. Yo suspiro y se lo paso. La verdad es que no creo que me entre ni un bocado. Tengo el estómago revuelto—. Relájate, Amber —dice mi mejor amiga con suavidad—. No te pierdas en tus pensamientos o en tus sentimientos. Es solo un partido que durará poco tiempo. Cuando te quieras dar cuenta ya habrá terminado.
—Es que no debería querer que termine cuando ni siquiera ha empezado ¿no? —digo, sintiéndome culpable.
—Nah, Jean diría que es la única reacción posible cuando se trata de ver deporte.
Sonrío, no solo por su comentario sino porque tiene un tono de voz diferente cuando habla sobre mi prima.
No pasa mucho tiempo hasta que los dos equipos salen finalmente a la cancha. Los vítores y aplausos se adueñan del lugar y mis ojos quedan fijados en la figura de Austin. No quiero ver a nadie más.
Cuando él alza la vista y me ve, me guiña el ojo con una sonrisa. Yo le correspondo la sonrisa saludándolo con la mano. Tiene una banda elástica en su cabeza para que no le caiga el cabello rubio sobre la frente, lo que permite apreciar el celeste de sus ojos con claridad.
ESTÁS LEYENDO
La Consejera
RomanceDesde hace tres años tengo un blog llamado "La Consejera". Doy consejos sobre lo que sea, dando mi opinión y mi punto de vista, pero sobre todo escuchando a quien necesita desahogarse. Nunca había recibido una queja o un reclamo. Supongo que siempre...