Epílogo

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Tomo una respiración profunda antes de volver la vista a mi blog.

En la computadora, tengo abierta la sección que nunca me atreví a rellenar. Trago saliva antes de decidir que llego el momento de hacerlo.

"¿Quién soy?"

Supongo que podría decir mi nombre y apellido, aunque no creo que eso de muchas respuestas. A decir verdad, con dieciocho años no tengo muy claro quién soy. No sé definirme. Todas las palabras que vienen a mi cabeza son ciertas, pero también falsas. Por mi mente pasan adjetivos como: responsable, amable, curiosa, sensible. Que lo soy, a veces, pero no puedo acallar la otra parte de mi que dice: irresponsable, desatenta, indiscreta, insensible. Que también lo soy, a veces. Supongo que depende del día, de la persona, del momento en el que me encuentre.

Con dieciocho años no sé quién soy, pero tal vez, con treinta años tampoco lo sepa. Tal vez solo trate de vivir el día a día descubriendo quién soy y quién puedo llegar a ser.

Sin embargo, creo que una palabra que nunca se va a dejar de relacionar conmigo es: historias. Creo que mi mayor sueño es tener historias para contar, propias y ajenas. Me gustaría mirar hacia atrás y no tener un único relato, una sola versión de la vida. Las historias me hacen sentir menos sola.

Leer otras experiencias de vida en este blog me hizo darme cuenta que no estoy sola, que en alguna parte alguna otra persona se siente como yo, que todos estamos tratando de solucionar problemas, que todos tenemos días en donde la vida nos pesa mucho y lo único que podemos hacer es respirar y esperar que la tormenta pase, hacer lo mejor que podemos con lo que tenemos.

Este blog es para que todos nos sintamos acompañados, pero quiero que sepan que por más consejos que yo o cualquier otra persona pueda darles, quien tiene que elegir realmente su camino y sus decisiones es uno mismo. Se pueden escuchar muchísimas opiniones, pero al final del día quien tiene la respuesta es uno mismo y siempre hay que confiar en nuestra intuición.

No sé quién soy pero, después de todo, tal vez eso no sea tan terrible. Tal vez lo descubra en el camino.


—Los chicos ya están esperándonos abajo —anuncia Kyle entrando a mi habitación.

Alzo la vista de la pantalla y me rio al verlo. Está vestido con el pijama de Bananas en Pijamas que le regalé por su cumpleaños. Su cabello negro está revuelto y cae sobre su frente. Tiene una sonrisa divertida en el rostro y frunzo el ceño al darme cuenta de sus intenciones.

—No voy a usar mi pijama —le aviso poniéndome de pie.

Kyle se cruza de brazos.

—Daaaale, ¿Por qué no? Vamos, ¿Para qué lo tienes si nunca lo usas? ―pregunta haciendo un mohín.

—Fue un regalo de mi tía y no quiero que Dylan y Jean se burlen de mí ―protesto cruzándome de brazos.

Kyle se acerca a mí y me descruza los brazos para abrazarme.

—No permitiré que se burlen de ti.

—¿Y qué harás? —cuestiono y Kyle abre la boca para contestar pero lo detengo— No digas bajarles los pantalones porque eso sería perturbador.

La risa de Kyle vibra en mi pecho y yo me alejo para mirarlo con una sonrisa.

—Eso solo contigo ―asegura y yo me río―. Aunque puedo intentar arruinarles el cabello como tú me lo arruinaste de pequeños.

—¡Kyle! ¡Amber! Bajen o empezamos sin ustedes —grita mi hermana desde la sala de estar.

Suspiro.

La ConsejeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora