Capítulo 29 | El presente

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Aguanto tres días más hasta que decido que debo ir a ver a Kyle, intentar por lo menos que me escuche. Mi madre me ha asegurado que cuando vuelva del trabajo me llevará. Suele llegar alrededor de las siete de la tarde, por lo que cuando a las seis escucho el timbre de mi casa, me alarmo porque todavía no estoy lista. Luego, me doy cuenta de mi estupidez ¿por qué tocaría el timbre mi madre? Dos minutos después Maia aparece en mi cuarto con una expresión alarmada en su rostro.

―Amber, es para ti ―me avisa con cautela.

Mi corazón da un vuelco.

―¿Kyle?

Maia niega con la cabeza.

―Jess.

La miro atónita. ¿Qué diablos hace Jess en mi casa? ¿Cómo sabe siquiera donde vivo? Bajo las escaleras apresurada y cuando abro la puerta Jess está esperándome cruzada de brazos. Su rostro es sombrío, tiene las ojeras acentuadas y su cabello negro está apartado de su rostro en una coleta desecha. Luce cansada y cuando me mira toma una respiración honda.

―¿Qué haces aquí? ―pregunto sin esforzarme por no sonar dura.

―Austin me ha dicho donde vives. Yo... ¿cómo está él? ―balbucea me está mirando pero su cabeza parece estar muy lejos de aquí.

Asumo que se refiere a Kyle y frunzo el ceño.

―¿Qué te hace pensar que lo sé?

―¿Es que no has hablado con Kyle? ―pregunta extrañada.

Me duele su sorpresa, como si ella hubiera dado por sentado que yo estaba en contacto con Kyle. Ojalá fuera así.

―Será mejor que te vayas ―espeto a punto de cerrar la puerta, pero ella me detiene agarrándome de la mano.

―Espera, por favor ―sus ojos se llenan de lágrimas―. Necesito que le pidas que me escuche, necesito disculparme.

Aprieto los dientes.

―¿Realmente me estás pidiendo ayuda? ―cuestiono arrugando la nariz― Jess, ¿Tú sabes lo dolido que debe estar Kyle en este momento? ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué diablos ibas a lastimarlo así?

Jess solloza y yo hago una mueca. No quiero hacerla llorar, pero simplemente no puedo ser imparcial en este tema. Quiero a Kyle y el solo hecho de pensar lo mucho que debe de estar sufriendo me destroza el corazón, apenas puedo mirar a Jess a los ojos del enojo que tengo. Aunque agradezco que no haya sido Austin el que vino a verme, porque con él sé que no tendría ningún tapujo en decirle todo lo que pienso.

―La noche que estuve con Austin ―musita y vuelve a cruzar los brazos como protegiéndose―, yo estaba ebria y enojada con Kyle. Hacía tiempo que él parecía no prestarme atención, no se interesaba por mis cosas ni se preocupaba por mí, ¡apenas me besaba! Sé que tenía mucho en su mente, pero yo también tenía problemas y él estaba siendo un novio de mierda. Me sentía incomprendida, indeseada, y de pronto... Austin y yo nos quedamos solos, y él me estaba mirando como debería haberlo hecho Kyle, con deseo, anhelo... y lo próximo que supe es que estábamos besándonos. Y sé que fue horrible de nuestra parte, pero finalmente me sentí feliz... pero también furiosa con Kyle, por no tratarme como merecía. Estaba borracha y lo único que se me ocurrió fue romper con él de la forma en que lo hice. En mi estúpida ebriedad pensé que Kyle debía de estar con otra persona, porque hacía meses que no me tocaba. Lo culpé de haber estado con otra persona, esperando que él lo admitiera. Cuando no lo hizo, lo primero que se me ocurrió decirle fue que sabía que había estado con Bethany aprovechando que él la había llevado hasta su casa.

La ConsejeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora