Capítulo 27 | La verdad

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El jueves por la noche voy a la casa de Austin media hora antes de que debamos ir a la fiesta de cumpleaños de Kyle.

Estoy recostada en la cama de Austin esperando a que salga del baño porque está terminando de cambiarse. Yo ya estoy lista para salir ya que me preparé en mi casa. Me vestí con los pantalones de cuero que me regalaron mis padres para mi cumpleaños y una blusa roja sin hombros. He dejado mi pelo castaño suelto que cae en ondas sobre mi pecho. Me gustó el resultado aunque no me gustó las ganas que sentí de que Kyle me viera así. No debería sentirme así.

Clavo mi vista en el escritorio donde está el regalo de Kyle: un tupper lleno de galletas con forma de los personajes de Bananas en Pijama que me ayudó a hornear mi padre ese día y un pantalón pijama a juego. Tuve que alejar el tupper de las manos de Dylan y las patas de Ratón en mi casa, también de Austin cuando llegué aquí; el olor a chocolate se puede sentir desde el recipiente.

Mi vista se desliza del regalo de Kyle hasta una foto de Austin y de Kyle en un marco negro cerca de su escritorio. Están parados en el centro de una cancha de basquetbol, sosteniendo un trofeo en alto con una sonrisa de oreja a oreja, sus cabellos están oscuros por el sudor. Recuerdo vagamente que Austin me contó que hace un año ganaron un torneo con el instituto.

Me levanto de la cama para ver mejor la foto, pero cuando mis pies tocan el suelo, la puerta de la habitación de Austin se abre y él entra. Está vestido con una camisa blanca, con las mangas arremangadas hasta los codos y unos pantalones grises. Su pelo rubio está peinado ligeramente hacia un costado.

Estoy a punto de decirle que estaba por ver la foto de su escritorio cuando alguien golpea la puerta.

—¿Están desnudos? —grita la hermana de Austin— ¿O puedo pasar?

Abro mucho los ojos, pero Austin solo pone los ojos en blanco y le dice que pase. Hailey me sonríe disculpándose y yo le devuelvo la sonrisa. Ella vendrá con nosotros al cumpleaños de Kyle. Su cabello rubio está recogido en una coleta alta y lleva un vestido turquesa que resalta el color claro de sus ojos, idénticos a los de Austin.

—Ya es hora de irnos —nos dice mientras teclea en su celular—. Mis amigas ya están allí. Dicen que no hay ninguna escultura de hielo —alza la vista para mirar a Austin boquiabierta—. El maldito de Kyle me juró que habría una escultura de hielo. Le aposté dinero a mis amigas.

Austin se ríe y niega con la cabeza.

—Es tu culpa por seguir creyendo todo lo que te dice Kyle. ¿Es que no has aprendido nada hasta ahora? Kyle siempre está mintiendo. Va a estallar de risa cuando sepa que has perdido dinero a costa suya.

Hailey maldice y sale de la habitación hecha una furia. Austin sigue sonriendo cuando se da vuelta listo para salir. Pero yo no me muevo y su sonrisa se desvanece.

—¿Qué pasa? —pregunta frunciendo el ceño.

—Kyle... —Comienzo a decir, pero luego me callo, procesando lo que Austin acaba de decir.

Kyle siempre está mintiendo.

Y no es el hecho de que sus palabras me sorprenden, sino de que no me sorprenden. En absoluto. Yo misma lo he pensado muchas veces: cuando Kyle me aseguró que bailaba tan mal que podría terminar lesionada, pero en la fiesta a la que asistimos juntos para darle celos a Jess, bailó conmigo moviéndose a la perfección. Esa misma noche mientras jugábamos al "yo nunca nunca" había pensado que Kyle sabía actuar tan bien que podría estar en una serie; la vez que fui a cenar a su casa y fingió no saber que el chocolate amargo era mi preferido cuando él mismo se lo había contado a Austin.

La ConsejeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora