Abro los ojos para encontrar la habitación de Kyle vacía.
Agarro mi celular de la mesita de luz para ver la hora y me sorprende que ya sean las nueve de la mañana y haya dormido de un tirón.
Mi estómago ruge y recuerdo que ayer Kyle y yo no cenamos. Mi apetito desapareció al presenciar la tristeza de Kyle, al escuchar los sollozos que sacudían su cuerpo y lo único que pude hacer fue abrazarlo hasta que se calmó y nos quedamos dormidos.
Chequeo si tengo mensajes de mis padres en el grupo que compartimos, pero nada. Lo último fue la respuesta de ellos cuando les confirmé anoche que me quedaría en lo de Kyle: caritas felices y pulgares para arriba. Sigo sorprendiéndome por su aceptación, pero me limito a disfrutar de mi extraña libertad.
Me dirijo al cuarto de baño y cuando vuelvo a la habitación de Kyle, él ya me está esperando en su cama con el desayuno. La sonrisa se me escapa al verlo. Tiene el cabello negro revuelto y está mirando un punto fijo sin prestar atención a nada realmente.
Cuando me ve entrar esboza una sonrisa y sus ojos se suavizan un poco. En la cama hay una bandeja con jugo de naranja y dos platos con tostadas, huevos revueltos y panceta.
—Puedo hacer otra cosa si no te gusta —se apresura a decir al ver que yo solo me lo quedo mirando.
—No, es perfecto —le aseguro con una sonrisa y me siento a su lado para entrelazar mi mano con la suya. Recorro su rostro con la mirada una vez más, nunca vi sus ojeras tan pronunciadas— ¿No has podido dormir?
Él aparta la mirada y me alcanza un vaso.
—He dormido un poco, pero una vez que mi cabeza se despierta es muy difícil callarla —al verme preocupada me acaricia la mejilla—. De todas formas, esta vez tuve la distracción de tenerte a ti entre mis brazos. No puedes imaginarte lo mucho que me gustó. Nunca me imaginé que podrías ser así.
—¿Así cómo? —me atrevo a preguntar.
—Tan pacífico —dice en voz baja mientras su pulgar me recorre los labios—. Tan único.
Sonrío y cierro los ojos ante sus palabras y sus caricias en mi rostro. No estoy acostumbrada a sentirme así y estos momentos con Kyle solo me permití imaginarlos muy pocas veces. Ahora que está sucediendo, parece irreal y se siente mucho mejor de lo que podía haber imaginado.
Comemos el desayuno y yo lleno el silencio contándole todo lo que no pude en este último tiempo que no nos hablábamos. Los silencios con Kyle nunca fueron incómodos, pero temo que si no trato de distraerlo, su mente vuelva a lugares dolorosos otra vez y se merece tener un respiro luego de los últimos días.
Le hablo de las aplicaciones para la universidad que ya llené para estudiar psicología y grito de alegría cuando él me dice que aplicó a algunas mismas universidades que yo para estudiar ingeniería mecánica. También le cuento lo difícil que fue para mi padre entender que las galletas de Bananas en Pijama que hicimos no se las iba a regalar a él con un doble sentido y lo incómodo que se sintió decorándolas. Kyle estalla en carcajadas y yo siento calidez en mi pecho al escuchar el sonido de su risa.
—Estaban riquísimas —dice, dejando la bandeja de desayuno a un lado—. Bryce me ha traído los regalos al día siguiente y fue lo primero que agarré. Debo admitir que tuve la intención de guardarte alguna, pero estaba tan deprimido que necesitaba esas galletas.
Lo miro sorprendida.
—¿En serio pensaste en guardarme una?
Él me mira divertido.
—¿Por qué te sorprende tanto?
—Bueno yo... me comporté muy mal contigo —musito recordando mi acusación, las palabras hirientes que le dije—, de hecho, creo que todavía no te pedí perdón por ello. Lo siento mucho, Kyle, siento haberle creído a Austin, y lo que te dije en tu cumpleaños...
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La Consejera
RomanceDesde hace tres años tengo un blog llamado "La Consejera". Doy consejos sobre lo que sea, dando mi opinión y mi punto de vista, pero sobre todo escuchando a quien necesita desahogarse. Nunca había recibido una queja o un reclamo. Supongo que siempre...