Prólogo

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Se sentó apoyada en el cabecero de la cama, procurando poner la almohada inclinada, de manera que no le doliera la espalda luego. Miro al tío a punto de dormirse a su lado y buscó a tientas con la mano el paquete de cigarrillos que tenía en la chaqueta, tirada a los pies de la cama. No le gustaba demasiado el tabaco, pero disfrutaba al elegir la forma de matarse; y le encantaba el tópico de fumar después de follar.

No es que hubiese sido para echar cohetes precisamente. Después de correrse, él le había tocado un poco a desgana, hasta que, aburrida, había fingido un par de contracciones y un gemido, para que creyese que estaba teniendo un orgasmo impresionante y parase de una vez.

Encendió el pitillo entre sus dientes y tragó un par de bocanadas de ese humo con sabor a pipa quemada, exhalándolas lentamente por la nariz.

-Alba... Alba. ¡Alba!

Giró la cabeza hacia su izquierda, para encontrarse con la mirada molesta de él.

-No fumes dentro de mi casa, me da mucho asco el olor a tabaco.

Ella sonrió y se levantó sin decir nada para tirar el cigarro por la ventana, mientras él se giraba de nuevo para roncar.
No le había corregido en su error, pero su nombre era Abril.

Noche de AbrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora