Capítulo 1

890 44 43
                                    

Mi primer día en la universidad acaba de terminar y mientras camino hacia la facultad de derecho para buscar a mi novio, le escribo un mensaje a mi amiga Emma.

Dylan es mi novio desde hace casi un año, nos conocimos en una fiesta a la cual asistimos con nuestros padres y desde entonces él ha mostrado el don para convencerme de hacer cosas que no quiero hacer. 

Ambos estudiamos en la misma universidad en Londres, es una de las más costosas del país, y no cualquiera podría darse el lujo de pagarla. Aunque salí de clases hace dos horas, Dylan dijo que se molestaría conmigo si no me quedaba a esperarlo.

Mientras lo observo salir del salón, bajo mi falda rápidamente. Él odia que utilice ropa demasiado corta para su gusto, usualmente tenemos discusiones por ese motivo porque nunca le parece adecuado lo que uso.

Se acerca sonriente hacia mí y besa en los labios.

—Hola, amor. Gracias por esperarme. —me toma de la mano mientras me sonríe. 

— No hay de que. —respondí, con una sonrisa a penas notoria— ¿Ya podemos irnos?

Asiente y comienza a guiarnos al estacionamiento. 

Cuando llegamos abrí la puerta y tomé asiento en el lugar del copiloto, él se sentó a mi lado y comenzó a conducir.

Pasaron varios minutos y nadie dijo nada, pero notaba que de vez en cuando me miraba de reojo.

—Adalia, te parece si en vez de ir a tu casa vamos a la mía. Ya han pasado varios días desde la ultima vez que estuvimos juntos, y quiero follar contigo. —dijo, con una sonrisa lujuriosa.

Me tensé de inmediato por sus palabras. Tener sexo con Dylan no era de mis cosas favoritas, usualmente él era muy brusco a la hora de tener relaciones sexuales.

—Lo siento, Dylan. Me gustaría ir, pero hoy le prometí a Emma que la acompañaría a visitar a su abuela al hospital. — rechacé su propuesta mientras terminaba de acomodarme el cabello.

— Últimamente nunca tienes tiempo para mí, siempre sales con la excusa de que tus amigas te necesitan para hacer algo, y créeme que ya me estoy cansando.

—No digas eso, sabes que es al revés. —fruncí el ceño mientras me empezaba a sentir molesta— Además, Emma lleva pidiéndome que la acompañe 3 veces seguidas, no puedo volver a decirle que no. —refuté.

—¿Y a mí si puedes decirme que no? ¿Es en serio, Adalia? —cuestionó con molestia.

—Las otras veces le dije que no por salir contigo, no puedes enojarte solo porque esta vez te digo que no a ti. 

 Observé como agarraba el volante con más fuerza de la necesaria.

—Siempre buscas la manera de hacerme ver como el malo. —rio entre dientes, mientras estacionaba frente a mi casa—. Pero haz lo que quieras, igual el único que se preocupa por esta relación soy yo.

Siempre decía lo mismo cuando no accedía a alguna de sus peticiones, sabía que me haría sentir culpable, pero no en este caso. Ya me estaba cansando de esta situación.

—Puedes enojarte si quieres, pero no voy a sentirme mal por esto. — bajé del auto y cerré la puerta con fuerza.

Escuché que dijo mi nombre cuando salí, pero aun así no me detuve hasta entrar a mi casa.

Cuando estuve adentro, noté que estaba no había nadie, igual que siempre. Papá y mamá trabajaban todo el día en la oficina, ambos eran empresarios muy reconocidos, y tener más de cinco empresas les quitaba mucho tiempo, así que prácticamente solo llegaban a dormir.

Queriendo másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora