El día de hoy salí un poco tarde de la universidad y aunque mis planes eran irme directamente a casa, tomé la decisión de aceptar la invitación de Emma de ir a cenar a su casa y de paso saludar a la señora Mónica, su abuela.
Llegamos hace algunos minutos y mientras terminan de preparar la cena estamos conversando en la sala.
—¿Qué tal van las clases, niñas? — Pregunta la señora Mónica.
—Ni lo menciones, abuela. Llevamos un poco más de un mes y he reprobado tres pruebas, papá me matara cuando se entere. —habló Emma con clara frustración.
—No reprobarías si estudiaras más en vez de escaparte por las noches para ir a fiestas. No creas que no te veo cuando sales por la ventana. —la señora Mónica observaba con indignación a su nieta.
—¿Escucharon eso? Creo que mamá me llama, ya vuelvo. —Emma se levantó con prisa y salió de la sala.
Su abuela negó con la cabeza. Sabía que Emma solo había fingido que su madre la llamaba para huir de la situación.
—Por lo menos logre quedarme a solas contigo, cariño. Quiero que me cuentes todo sobre el chico con el que Emma me dijo que estas saliendo. —me miró con claro interés.
Reí por lo bajo y agaché un poco la mirada.
—No escuche a su nieta, es solo un amigo. —dije y ella chasqueo con la lengua.
—No intentes engañarme, Ada. Te conozco tanto como a mi nieta y sé que te gusta ese chico.
—No voy a negarle que me gusta, pero solo somos amigos. Nos conocimos hace mes y medio. Suelo ir a su casa cuando salgo temprano de clases. —confesé un poco insegura.
—Espero que no se parezca en nada a tu ultimo novio, querida.
Noté la preocupación en su noto de voz.
—Derek no se parece en nada a Dylan. —hablé con mucha seguridad.
—Me alegra escuchar eso, Adalia. Sabes que tus padres me caen bien, pero no puedo perdonarles el hecho de que te hicieran tan insegura. Yo te vi llorar muchas veces por su ausencia y por todas las promesas que nunca cumplieron. Y sé que esa es la razón por la que saliste con ese chico, tenías la necesidad de sentir que eras importante para alguien.
Fijé mi miranda en suelo y no dije nada por unos segundos. Sabía que era cierto lo que decía y aunque me dolía escucharlo, le agradecía por ser la única persona que me hablaba con tanta sinceridad.
—No volveré a cometer el mismo error. —levanté mi mirada cuando sentí que tomó mi mano.
—Tienes que saber que no necesitas que nadie te quieras, mientras tú misma lo hagas. No necesitas a un chico para sentirte amada o feliz. Mírame a mi cariño, estuve casada por más de treinta años y nunca me sentí de esa manera. No te conformes con alguien que en vez de hacerte sentir especial te hace sentir miserable.
—Gracias, señora Mónica. Le puedo asegurar que ya no pienso conformarme con un amor mediocre, ahora quiero mucho más que eso.
—Recuerda que conformarse es para los cobardes que no se atreven a luchar por más de lo que tienen. — me dedicó una sonrisa amable— Y no creo que tú seas una cobarde.
—No lo soy. —dije con seguridad y le devolví la sonrisa.
—¡Ya está lista la cena! —gritó Emma desde la cocina.
La señora Mónica y yo nos dirigimos al comedor y nos sentamos con el resto de la familia.
Durante en el trascurso de la cena hable con los padres de Emma y bromeamos un poco. Siempre me han tratado como si fuera parte de su familia y no podría estar más agradecida con ellos por eso.
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Queriendo más
Teen FictionPara Adalia Ayers, el conformarse era parte de su vida, prefería callar y aceptar todo lo que pasaba a su alrededor. Prefería que nadie se enterara de sus problemas y optaba por aparentar serenidad. En su primer año de universidad todo cambiaría, co...