Me acomodo en la silla del comedor para desayunar antes de irme a la universidad. Tomo dos tostadas y me sirvo un vaso de jugo de naranja, mientras reviso mi teléfono.
Alzó la mirada cuando escucho que la silla del frente se mueve y me percato de que es mi madre.
—Buenos días, querida. —dice sonriente.
—Hola, mamá. —le devuelvo la sonrisa antes de volver a concentrarme nuevamente en mi teléfono.
—Tu padre me comentó anoche del viaje que planeas hacer mañana y le dije que me parece una magnífica idea.
Fruncí el ceño y la miré desconcertada.
—¿Por qué? —inquirí.
—Por qué así conocerás a su tío y su relación será más formal.
—¿Y eso porque te alegra, mamá?
—Es obvio, cielo, Derek tiene mucho dinero y seguramente en unos años él dirigirá todas las empresas de su tío, lo cual te asegura un gran futuro. Ahora entiendo por qué terminaste con el hijo de Joanna.
—Yo no terminé con Dylan para estar con Derek, mamá. Además, su dinero no me importa. Estoy en él porque me hace feliz.
—A tu edad también pensé que estaba enamorada de un chico, salí con el antes de conocer a tu padre y nos divertíamos mucho estando juntos, pero no tenía lo suficiente para darme la vida que yo merecía. Cuando conocí a tu padre fui inteligente y tomé la oportunidad que se me presentó.
—¿Te casaste con papá por interés?
—Los matrimonios por amor solo existen en los cuentos de hadas, cariño. En la vida real hay cosas más importantes, ¿o conoces a alguien que viva de amor? —preguntó con sarcasmo— De todas formas, tú no tienes que preocuparte por eso, la arpía de tu abuela te adoraba tanto que decidió dejarte toda su herencia.
—No le digas así. Entiendo que nunca te llevaras bien con ella, pero no es necesario que la insultes. —refuté y mi madre volteó los ojos.
—Como quieras. —se levantó de la mesa y comenzó a caminar hacia la puerta, pero se detuvo a mitad de camino y se dio la vuelta quedando frente a mí — Por cierto, si sigues comiendo tanto, el amor que dices que siente Derek por ti se acabara más rápido de lo que crees. —me sonrió y salió de la cocina.
Las palabras de mi madre se sintieron como dagas clavándose en mi pecho, e instantáneamente perdí el apetito.
Me levanté de la mesa y tiré la comida a la basura. Comencé a caminar en círculos por toda la cocina tratando de bloquear los pensamientos que se cruzaban por mi mente, pero fue inútil, las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas y todo mi ánimo se vino abajo.
Mi madre había conseguido que me derrumbara con unas simples palabras, me sentía patética por ser tan débil.
Limpié mis lágrimas y respiré profundo.
—No la escuches. —susurré en un intento de tranquilizarme.
Ojalá existiera alguna forma de apagar los pensamientos. Mi mente era mi peor enemiga, y nunca tenia piedad de mí.
Me pasé las manos por el cabello y me acerqué a la mesa para tomar mi bolso. Caminé hasta llegar al garaje y subí a mi auto rápidamente para empezar a conducir.
***
Cuando llegué al estacionamiento de la universidad, bajé del auto y caminé apresuradamente hacia el salón. Me había retrasado y la clase comenzaba en unos pocos minutos.
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Queriendo más
Teen FictionPara Adalia Ayers, el conformarse era parte de su vida, prefería callar y aceptar todo lo que pasaba a su alrededor. Prefería que nadie se enterara de sus problemas y optaba por aparentar serenidad. En su primer año de universidad todo cambiaría, co...