Capítulo 2

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Capítulo 2

Había perdido la noción del espacio y del tiempo

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Había perdido la noción del espacio y del tiempo. Y puede que la cordura.

A mi alrededor todos bailaban y bebían. No había preocupaciones. Las chicas se contoneaban a nuestro alrededor, buscaban que les diéramos atención. Sus escotes pronunciados eran una declaración de intenciones en toda regla.

Habíamos ganado el partido. Nadie podía con los Golden Scorpions, el mejor equipo universitario de la historia del fútbol y el deporte estrella de la NCU. Jugar en él era sinónimo de éxito y yo tenía la suerte de ser el capitán del mismo. Estábamos teniendo una buena temporada, aunque como buen líder sabía que no debía confiarme demasiado.

En medio de la pista de baile, en ese mar de gente tambaleante, Crystal Harper, esa morenita que era hija de uno de los mejores amigos de mi madre, atravesó con gracia el escenario de colores de neón. Se quedó a solo un par de pasos de mí. Era una de las mujeres más guapas que había conocido, con el pelo castaño claro, largo hasta la cintura, los ojos azul eléctrico, los labios carnosos pintados de rojo pasión y una nariz pequeña y recta. Nos habíamos acostado más de una vez. La tía sabía hacer unas mamadas alucinantes y su forma de volverme loco en la cama había hecho que fuera una de las pocas mujeres con las que repitiera.

Porque no era un hombre de ataduras. Me gustaba disfrutar de un buen polvo, sin sentimientos ni malos rollos.

El amor solo te hace sufrir.

Se mordisqueó el labio inferior con sensualidad, un gesto que hacía muy a menudo. Olía demasiado a perfume para mi gusto, pero nada que no pudiera soportar. Ese mini vestido oscuro que tenía puesto encima le marcaba cada curva y no dejaba nada para la imaginación. Se me acercó un paso más y me susurró muy cerca del oído:

—Si tú me provocas, yo te respondo.

Sonreí de lado. No tendría que pedírmelo dos veces.

—Te invito a una copa. Debes estar sedienta. Lo has dado todo en la pista de baile.

Una sonrisa coqueta se dibujó en su boca. Se apartó un mechón de la cara.

—¿Me has estado observando?

La pregunta no era esa. ¿Cómo no mirar a semejante mujer? Solo con verla pavonearse se me ponía dura. Y luego estaban las miraditas insinuantes, sus palabras sensuales y lo cachondo que me ponía en la cama.

—A las chicas guapas hay que mirarlas. —Le guiñé un ojo para, después, hacerle un ademán con la mano para que avanzara hacia la barra—. Tú primero.

Con ello obtuve unas vistas increíbles de ese culito que tenía. Solo había una palabras que describiera a Crystal: sexy. Era la personificación de una diosa del pecado y yo ya había caído bajo su embrujo.

O eso creía al menos.

Me saludaron un montón de chicos de camino a la barra. Era popular, uno de los estudiantes más cotizados de la universidad. Lo normal en mi día a día.

Sidney. ¡Rivales hasta el final! (Serie «Chicas guerreras 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora