Capítulo 4

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Capítulo 4

Los miércoles eran mi día preferido

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Los miércoles eran mi día preferido. Después de clase me conectaba a Skype y me pasaba al menos dos horas hablando con mamá. Vivía en Releigh y la echaba muchísimo de menos. Iba a visitarla durante las vacaciones y en los fines de semana en los que jugaba el partido allí, pero no era suficiente.

Ese día, tras llegar a casa y servirme un buen plato de espaguetis, me conecté. Ella ya me estaba esperando. Llevaba el pelo recogido en una larga cola de caballo, aunque un par de mechones marrones se escapan de él. Sus ojos avellana resplandecían de felicidad.

—Siento llegar tarde. Me he entretenido con un compañero y...

—No te preocupes, osito.

Era tan dulce y buena.

—¿Qué tal vas con el libro?

Mamá era escritora y desde que era un crío tengo el recuerdo de verla sentada en su despacho tecleando sin parar. Se dedicaba a ello y apenas se tomaba vacaciones, ni siquiera los domingos descansaba. Decía que era un trabajo a tiempo completo.

—Ya he empezado con la planificación previa. Si todo sale bien, podré empezarlo en una semana o dos a lo sumo. Ya verás, me huelo que va a ser todo un éxito. Ya me he enamorado de los protagonistas. Como decís los jóvenes, yo no caí, me lancé de cabeza.

Reí. Mamá siempre había sido una mujer bastante adelantada y a día de hoy seguía siéndolo. Es más, a su edad era una de las autoras de novelas románticas y eróticas con más ventas del país.

—Estoy seguro de que lo será, como todo lo que haces.

—Me tienes en muy buena estima. —Hizo una pequeña pausa para tomar un sorbo de té—. ¿Qué tal llevas los estudios? Espero que no estés descuidando las notas.

Sonreí.

—Tengo la media más alta de la clase, como siempre. Ya sabes que el año pasado me dieron cinco matrículas de honor en total. De momento puede que este año caiga un par más, pero no quiero poner la mano en el fuego aún por si luego me tengo que comer mis propias palabras.

Mamá me señaló con el dedo, orgullosa.

—¡Ese es mi niño!

Menos mal que ni Logan ni Liam habían llegado a casa aún; de lo contrario, estaba seguro de que me habrían linchado a bromas cuando terminara de hablar con mi madre. Según ellos, era un niño de mamá. ¿Lo era por estar tan unido a ella? Me había dado tantas cosas de pequeño, tanto amor.

—¡Mamá! Que ya soy un hombre.

Se le escapó una risita.

—Siempre serás mi bebé, osito, por muy mayor que te hagas. —Hizo una pausa cuando recibió una llamada, pero colgó nada más ver quién era—. Estoy hasta el coño de este tío.

Sidney. ¡Rivales hasta el final! (Serie «Chicas guerreras 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora