Capítulo 12

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Capítulo 12

—Así que profesor particular, eh —dijo mamá desde el otro lado de la línea

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—Así que profesor particular, eh —dijo mamá desde el otro lado de la línea. Sonreía, orgullosa de mí. Me encantaba hacerla feliz y haría lo que fuera por que esa sonrisa perdurara hasta la infinidad.

—Mi tutora cree que soy su mejor opción para sacar adelante las asignaturas. Necesita una buena media para poder seguir jugando al fútbol.

—Oh, así que se trata de un compañero del equipo.

—Compañera —la corregí—. Recuerda que ahora también jugamos en la liga mixta.

—¡Es verdad! —Hizo una breve pausa antes de continuar—. ¿Sabes? Estoy muy contenta de que la universidad haya tomado la decisión de fusionar ambos equipos. Ya era hora de que se les diera la misma importancia a las chicas. No me malinterpretes, me encanta verte jugar, pero siento que cuando veo a las chicas no hay tanto revuelo. Ojalá esta unión las ayude a impulsarse.

Por supuesto, a mamá le apasionaba el fútbol. Me había acompañado a cada entrenamiento y a cada partido y había sido mi fan número uno desde que había empezado. Siempre había intentado educarme en la igualdad y si bien creía en ella, para encajar había decidido ser un capullo con las chicas. El idiota de mi padre me había enseñado por las malas que o eres un depredador o te comen.

—Las Golden Scorpions son muy buenas. Es más, ya sabes que comparto el liderazgo con su capitana.

Mamá hizo una mueca.

—¿Qué tal se te está dando compartir? Nunca se te ha dado bien.

Reí. Tenía razón. Al ser hijo único, estaba acostumbrado a que todo lo que tenía era para mí y me había costado mucho aprender a dar a los demás, a prestar cosas e incluso a compartir. Me estaba costando mucho trabajar codo con codo con Sidney. Chispas era un hueso duro de roer y su carácter tormentoso era impredecible.

Sonreí. Así era esa pelirroja, pero me encantaba que lo fuera. Que no me pusiera las cosas fáciles era lo que más me atraía de ella. Tenía una personalidad fuerte y arrolladora. Era misteriosa. Había algo que escondía. No me creía eso de que no pudiera quedar un domingo para estudiar. Vamos, cualquier joven tiene ese día libre. ¿Qué estaría ocultando?

—Uy, ¿y esa sonrisa de tonto que se te ha puesto?

—No sé de qué me hablas.

Pero la miradita que me lanzó me hizo ver que no dejaría el tema correr.

—Soy tu madre y conozco bien cada una de tus expresiones. Ahora estás en modo emocionado. Desembucha, ¿en qué estabas pensando?

Pero no esa la cuestión. En quién, más bien.

—No estaba pensando en nada —mentí. En nadie, agregué para mis adentros.

Mamá enarcó una ceja.

Sidney. ¡Rivales hasta el final! (Serie «Chicas guerreras 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora