Capítulo 17

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Capítulo 17

Alice tenía un nuevo novio

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Alice tenía un nuevo novio. Por primera vez, la veía feliz y era muy cariñosa conmigo. Se preocupaba de que estuviera bien y me cuidaba.

Parecía que ya no sentía que le había arruinado la vida.

—¿Dónde vas tan guapa? —le pregunté al verla tan elegante.

—He quedado con Albert.

—¿Cuándo podré conocerle?

Apenas tenía doce años, pero era lo suficiente madura como para darme cuenta de que ese no era uno de sus típicos rollos. A mi madre le gustaba de verdad. Llevaban más de un año quedando, un año que me había tratado como tanto había deseado de pequeña. Llevaba un año sin beber ni drogarse.

Y me asustaba mucho que algo fuera mal y volviera a su comportamiento habitual.

—Todavía es demasiado pronto, cariño —dijo mientras se echaba perfume.

Ya no me llamaba «monstruito» ni arrugaba el morro al verme.

Suspiré.

—Está bien. ¿Me acompañas al colegio hoy? —le pedí esbozando una tímida sonrisa, esperanzada.

—Claro. Me pilla de camino. Espero que hayas hecho las tareas y que hayas estudiado para el examen de Español.

Desde que salía con ese hombre se había interesado por mis estudios e incluso veía bien que jugara al fútbol.

—Quiero sacar un sobresaliente. La maestra dice que si sigo así podré optar a una beca deportiva cuando sea mayor y estudiar en una buena universidad.

—Todavía te queda mucho, cielo. ¿Por qué no te centras en seguir siendo una niña?

—¿Podremos ir a por un helado después de clase? Me encantan los polos de fresa.

Me pellizcó la nariz.

—Por supuesto.

Pero no vino a buscarme. La esperé sentada en las escaleras, creyendo que simplemente se había retrasado, pero cuando pasó una hora, sentí el miedo en la boca del estómago. ¿Y si le había pasado algo? O peor, ¿y si...? No, quería creer que ya estaba recuperada.

Me equivocaba. Cuando llegué a casa, la encontré tirada en su colchón lleno de humedades. La ropa le olía a alcohol barato y los ojos inyectados en sangre me dieron muy mala espina. Al igual que su mirada de odio.

—Mamá, ¿qué ha pasado? —le pregunté arrodillándome a su lado. Coloqué su rostro entre mis manos, pero me apartó de su lado con un manotazo.

Algo en mi interior se rompió en mil pedazos.

—¡Largo de aquí! —gritó—. ¡Todo esto es culpa tuya!

Sidney. ¡Rivales hasta el final! (Serie «Chicas guerreras 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora