Capítulo XXVII

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Le diré a esos ojos tristes que te quiero, para que una sonrisa los alegre, los haga brillar.



Dos semanas. Dos malditas semanas habían pasado en el cual no había visto al rizado ni una sola vez.


Después de pronunciar esas últimas palabras que retumbaron en su cabeza como eco.


El rizado había salido corriendo dejándolo en shock y sin posibilidades de salir tras el porque ya se entraba muy lejos.




Mientras tanto Harry se encontraba en su cama hecho un ovillo bajo sus sábanas, sumergido en un mar de lágrimas y con la chaqueta de Louis puesta y apretándola a él como si su vida dependiera de ello.


Y eso era, su vida había tomado otro rumbo sin su consentimiento y ahora este giraba en torno al oji azul y eso le estaba empezando a asustar porque el no quería depender de alguien.


Había llegado a un punto en el que contenía tanto el llanto, que se le hinchaba la garganta y no podía hablar, y se ahogaba en gritos callados.


Me duele saber que nunca seré lo suficientemente bueno para él. Nunca seré lo que él necesita.


Esa mañana había algo especial en el aire, la chaqueta a la cual estaba abrazado desprendía un olor familiar que me recordaba aquellos días de primavera en los que yo era feliz, ése olor hizo que mi cuerpo se estremeciera y me temblaran las piernas: su perfume.

Hunger- Larry Stylinson.  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora