Un rayo de sol se filtró entre las nubes incidiendo de forma directa en el rostro de la rubia que yacía casi inerte en su esterilla. A su lado, su hermana María se concentraba en cumplir su rutina de yoga.
Esa mañana habían decidido postergar un par de horas la clase, Luisita llevaba varios días sin conciliar el sueño y con la mirada ausente, había accedido a ir al Templo porque quedarse en la cama significaba recrear su rostro y la llamada de teléfono una y otra vez. Sin embargo, lo que pensó que podría ser un momento de distracción, se convirtió en más de lo mismo; en un bucle de compasión y apatía.
- Luisita, la parte de la relajación viene después, ahora tienes que hacer la postura del triángulo. - Intentó animarla.
- Esto yo para triángulos - Respondió apenada sin ninguna intención de cambiar de postura.
- Siiiis... - Se sentó a su lado. -¿Cuándo me vas a contar lo que te pasa?
- No me pasa nada...
- Luisi, llevas casi una semana sin salir de casa, solo vas al bar.
- Hay mucho trabajo.
- No lo hay, hablé ayer con papá, ni siquiera estás yendo a la biblioteca y eso es raro.
- Ya te lo he dicho hay mucho trabajo.
- ¿Has dejado de estudiar? - Preguntó preocupada.
Luisita llevaba más de un año preparándose para esas oposiciones, sabía lo importante que eran para ella y lo que significaban. Por ellas había dejado muchas cosas por hacer, decía que algún día el sacrificio se vería recompensado, que solo era un empujoncito más. A causa de ese perseverancia y esa obstinación no fue ni al viaje de fin de carrera ni a la boda de su mejor amiga Marina en Las Palmas de Gran Canaria ni al viaje a los Estudios de Harry Potter, algo que parecía inconcebible en ella; amante del mundo Potter, pero lo hizo, sacrificó todos esos momentos por un objetivo mayor, por eso, toda esa inapetencia, ese dejadez que parecía invadir los días de la rubia, le extrañaba tanto a su hermana.
- No, claro que no - Respondió con obviedad pero con el mismo tono de neutralidad.
- Entonces... ¿tiene que ver con Amelia? - Se arriesgó a formular aquella pregunta.
Luisita la miró sin decir nada para segundos después regresar a las nubes que se desplazaban paulatinamente por el cielo. María mantuvo el silencio mientras sostenía la mirada en su hermana e inspeccionaba su rostro con la esperanza de atisbar algún gesto que le diera alguna pista de lo que pasaba por su mente pero no hizo falta.
- No puedo más... - Confesó desde la resignación. - Estoy cansada de correr y no llegar nunca a ningún lado, de intentar cumplir sueños y no ser capaz.
- ¿Hablas de Amelia o de las oposiciones? - Se atrevió a preguntar.
- Siento que estoy super atascada, que no avanzo por muchos años que pasen... Sigo viviendo con papá y con mamá, sigo trabajando en el bar de la familia y no he tenido una pareja en mi vida. - Hizo una breve pausa para mirar a su hermana a los ojos. - María, no sé que se siente cuando alguien te quiere.
- ¿Y Amelia?
- Amelia es otro imposible. - Volvió a quedarse en silencio. - Estoy cansada de ser siempre quien tiene que enamorar ¿por qué nadie me enamora a mí? ¿porque nadie intenta conquistarme. - Se le quebró la voz unos instantes, los necesarios para que el corazón de María se encogiese.
- ¿Recuerdas la peli de " Que se mueran los feos? - Asintió con un leve gesto de cabeza. - Yo soy Javier Cámara, María, yo tengo mucho cariño que dar pero nadie lo quiere. - Hizo un gran trabajo de contención para que su voz no volviera a romperse.
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Todos los días (Luimelia)
Romance¿Cuántos días necesitas para enamorarte? Luisita y Amelia van todos los días a la biblioteca, sin embargo, lo que parece algo rutinario puede ser el comienzo de algo que dure toda la vida. Una adaptación de mi obra teatral "Todos los días" estrenada...