Los días pasaron lentos y vacíos mientras Amelia y Luisita intentaban adaptarse a una nueva normalidad llena de ausencias. La morena había decido quedarse en casa y no realizar ningún tipo de visa social, se pasaba las horas en bata, cubierta de pañuelos y viendo las series de Luisita, así transcurrieron los días entre llantos y rizos despeinados.
- ¿Sí? - Contestó con desgana.
No era la primera vez que Natalia intentaba hablar con ella, siempre le mandaba al buzón de voz o simplemente le enviaba un mensaje diciéndole que no estaba de humor.
- ¡No me lo puedo creer! ¡Por fin me lo coges! - Respondió con algo de sorna. - ¿Cómo estás?
- Bien. - Sonó poco convincente.
A quién pretendía engañar, estaba hecha una mierda, la noche anterior se había tomado casi un litro de helado mientras veía las fotos que tenía en el salón con Luisita.
- No lo parece.
- Es que me has pillado en un mal momento. - Se justificó.
- Quieres que te llame cuando estés más tranquila. - Escuchaba con se sonaba lo que le indicaba que estaba llorando.
- Si es por la serie.
- ¿Qué serie? ¿De qué hablas? - Preguntó extrañada.
Amelia no era de ver series, en sus momentos de soledad solía recurrir más a lectura que la televisión.
- De la serie que veía Luisita. - Hizo una breve pausa donde contuvo un ligero llanto. - No es justo. - Dijo con la voz entrecortada - No es justo que lo hayan destrozado. Eran perfectas ¿Sabes?
- ¿Perfectas? ¿Quiénes? - No sabía de que hablaba.
- Las de la serie de "Amar Eternamente. Han destrozado una historia de amor preciosa. Sabes cuánto tiempo llevábamos esperando esto, una representación, una pareja que se quisiera bien, seguras de lo que sentían la una por la otra, sin dudar de quienes eran. Estaban demostrando que dos mujeres se podían querer y ser felices con sus dramas, claro, pero eran felices, no tenían una relación complicada, no eran inseguras, ni celosas, se apoyaban, se ayudaban y ahora... - Dejó de hablar para coger aire, las lágrimas se agolpaban en sus ojos y en su garganta.
- ¿Ahora qué?
- Ahora no son nada. - Soltó para segundos después romper a llorar.
- Pero Amelia, cariño, si solo es una serie. - Intentó reconfortarla.
- Es más que una serie. -
- Me preocupas, no es normal que te pongas así ¿Ha pasado algo? ¿Has hablado con Luisita? ¿Sabes algo de ella?
- ¡Qué va! Desde que se fue hace ya una semana no he sabido nada, la llamé un par de veces, pero no me contestó y no me extraña, me porté fatal con ella, todo este tiempo he sido una egoísta. - Volvieron las lágrimas.
- A ver, Amelia, lo primero, no te flageles, lo segundo, dime que no llevas una semana en casa en pijama. Dime que has salido de casa. - Suplicó.
Conocía el modus operandi de la morena, cuando la tristeza podía más que ella entraba en bucle y se encerraba en casa.
- ¿Cuenta ir al trabajo? - Contestó un poco avergonzada.
- Llevas cinco días de vacaciones. Amelia, un confinamiento voluntario NO. Ya te estás levantando. - Hizo una pausa esperando oír algún ruido que le indicara que se estaba incorporando. - ¡Qué te levantes! - Gritó.
- Ya voy... - Sucumbió levantándose con desgana.
- Te vas a poner la ropa de deporte y vas hacer las rutinas de Patry Jordan. - Le ordenó.
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Todos los días (Luimelia)
Romance¿Cuántos días necesitas para enamorarte? Luisita y Amelia van todos los días a la biblioteca, sin embargo, lo que parece algo rutinario puede ser el comienzo de algo que dure toda la vida. Una adaptación de mi obra teatral "Todos los días" estrenada...