- ¡Mierda! ¡Mierda! - Repetía una y otra vez mientras corría a través de las calles sorteando a los viandantes.
- Que esté en casa... - Rogó llamando al timbre. Tras varios segundos de silencio volvió a llamar para después sacar su móvil.
- Cógeloooo... - Imploró sin dejar de apretar al timbre del portal.
De pronto, un fino hilo de voz se escuchó salir del interfono. - ¿quién es?
- Luisita, abre, soy yo. - No tardó en sonar el zumbido de la entrada que indicaba que ya estaba abierta. En cuanto entró al edificio subió de dos en dos los escalones hasta llegar a su casa que ya estaba abierta.
- Amor ¿qué haces aquí? - Preguntó Luisita en cuanto la vio entrar con prisas y sin saludar.
- Me he olvidado la tarjeta del trabajo - Respondió sofocada.
- Un poco más y me pillas fuera. - Informó la rubia que llevaba unos vaqueros, una sudadera blanca y el pelo suelto mojado.
- ¿A dónde vas? - Quiso saber la morena al verla vestida.
- He quedado con María.
- Ah.. pero ¿a qué hora llegas?
- Llego antes que tú, no te preocupes. ¿A qué hora sales tú?
- Espero que a las 18.30, pero tengo que ir a casa de mi madre.- Salió del cuarto con la tarjeta de la mano. - Me voy. - Le dejó un beso rápido y cerró la puerta sin esperar la respuesta de su novia.
****
- ¿Y esa cara?
María y Luisita acababan de tomar asiento en una pequeña cafetería, la castaña había propuesto ir al templo de Debod para retomar sus clases de yoga, desde que comenzó a trabajar en el instituto, Luisita había abandonado aquel hábito, sin embargo, denegó la proposición alegando que estaba demasiado cansada.
- He tenido una mala noche. - Respondió sin llegar a convencer a su hermana.
- Algo me dice que has tenido más que una mala noche. ¿Va todo bien en el instituto?
- Sí, muy bien, ya me voy haciendo con los alumnos y con los compañeros.
- ¿Y el taller?
- Dijeron que no, pero bueno, ya lo esperaba. - Contestó resignada.
A pesar de la charla que tuvo con los padres de sus alumnos donde les explicó, paso a paso, las actividades y los temas que se tratarían en el taller, no solo el rechazo fue unánime sino que además recibió duras críticas por parte de algunas madres y padres que la acusaron de ser una degenerada. Tras aquella reunión y el revuelo ocasionado, el director le pidió que, para no dañar la sensibilidad, intentara no exponer su relación con Amelia, era curioso y aterrador ver lo que la ignorancia y el miedo a lo desconocido podía causar. Luisita cedió a regañadientes después de protestar y dejar claro que ese tipo de conductas no ayudaban a la visibilidad y que el silencio, a veces, decía más que las palabras.
- Entonces ¿qué pasa? y no me digas que nada que te conozco, que soy tu hermana.
Luisita fijó la mirada en su hermana que la animó a que se abriera, podía ver en sus ojos como su cabeza iba a mil por ahora.
- ¿Es Amelia? - Preguntó María, el mutismo que mostró la rubia confirmó lo qe supuso en cuanto la vio entrar en el bar.
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Todos los días (Luimelia)
Romance¿Cuántos días necesitas para enamorarte? Luisita y Amelia van todos los días a la biblioteca, sin embargo, lo que parece algo rutinario puede ser el comienzo de algo que dure toda la vida. Una adaptación de mi obra teatral "Todos los días" estrenada...