Rutina: Del fr. routine, de route 'ruta'.
1. f. Costumbre o hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y de manera más o menos automática.
Lo rutinario tiene esa estabilidad que muchas veces buscamos y necesitamos en el caos de nuestra vida, saber que hay sitios que son permanentes nos dan seguridad y tranquilidad y, en ocasiones, necesitamos saber que hay lugares y personas que no se van a mover, que se establecen en ese parte de nuestra vida y se enraízan a nosotros. Las rutinas nos hacen creer que tenemos el control de nuestro día a día, que hay cosas predecibles que podemos anticipar, sin embargo, nos olvidamos que dentro de esas rutinas existe una sinergia que provoca la creación de nuevas rutinas y éstas pueden atraer los hábitos menos inesperados pero quizá los más deseados.
Regresar a la vida universitaria nunca fue fácil o no para Amelia, llevaba más de seis años sin estudiar y recuperar el ritmo lo veía bastante complicado, pero si de algo se caracterizaba la morena de ojos miel y pelo rizado era su constancia y su esfuerzo para lograr todo lo que se proponía. Con tan solo seis años Amelia tenía ya su propio mantra: "Contra la pereza, diligencia" lo aprendió de la madre de su mejor amiga del colegio y no solo se lo repetía una y otra vez es que también lo ponía en práctica, así consiguió sacarse el grado de Psicología mientras trabajaba en una tienda de ropa para colaborar en casa.
Ese primer lunes de mes, Amelia se despertó a las siete menos dos minutos, apagó la alarma del móvil un minuto antes de que sonase y se fue directa a la ducha. Tras sus rutina matutina, bajó a la cafetería, se pidió su café con leche y azúcar y se marchó a la biblioteca. Sabía que llegaba media hora antes de que abriesen, recordaba, de su etapa universitaria, que solía haber cola, era época de exámenes y era de las pocas bibliotecas que abrían las veinticuatro horas.
En su primer día no iba a consentir quedarse sin mesa.
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- ¡María! - Gritó Luisita mientras terminaba de vestirse - ¿Dónde has puesto mi chaqueta vaquera?
- Yo qué sé, me la dejaste hace dos semanas, tú sabrás donde la pusiste.- Entró al cuarto de la rubia lista para marcharse.
- No la tengo ¿Seguro que me la devolviste?
- Segurísimo. - Consultó el reloj - Hace más de una hora que abrieron, no vas a tener sitio.
- No me seas gafe, María.
- Por cierto, si no vas a despertarte a la hora por lo menos intenta que la alarma no suene cien mil veces, que vas a despertar a todo el vecindario.
- Bueno, Maria, a quien madruga Dios la ayuda ¿no? - Recogió todo lo que tenía desperdigado en la cama, lo metió en el bolso y miró a su hermana. - ¿Nos vamos?
- Venga, te llevo, pero no pienses que esto va a ser así todos los días que yo tengo un trabajo.
- ¡Oye! que prepararse unas oposiciones también es un trabajo. - Contestó con una fingida indignación.
María no pudo evitar reír ante el comentario de su hermana a pesar de que razón no le faltaba.
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Acababa de llegar a la biblioteca y como María le advirtió; no tenía sitio. Se le había olvidado que esa semana empezaba la época de exámenes, lo que significaba una lucha diaria para encontrar mesa. Inspeccionó a su alrededor, todas las mesas estaban ocupada y las que no, tenía folios y bolígrafos indicando que la persona que se sentaba ahí se había ido y volvería. No obstante, Luisita se fijó en una mesa que solo tenía un par de folios colocados.
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Todos los días (Luimelia)
Romance¿Cuántos días necesitas para enamorarte? Luisita y Amelia van todos los días a la biblioteca, sin embargo, lo que parece algo rutinario puede ser el comienzo de algo que dure toda la vida. Una adaptación de mi obra teatral "Todos los días" estrenada...