Aquella mañana ni Luisita ni Amelia habían podido desayunar juntas, la rubia se había comprometido con sus padres para abrir el bar mientras que a la de rizos le tocó abrir la tienda.
Llevaban dos semanas y de forma orgánica habían establecido una serie de rutinas que hacían más llevaderos no solo sus días sino también parte de su vida. Era curioso ver como el día a día de cada una había encajado en la linea temporal de la otra, como iban conquistando poco a poco sus parcelas, creando la suya propia desde la naturalidad, como si aquel espacio que ya era de Luisita o de Amelia siempre hubiese estado ahí.
- ¡Buenos días sister! - Saludó María en cuanto la vio.
- ¡María! ¡Qué alegría verte!
- Ni lo pienses.
- ¿Qué? - Contestó extrañada.
- He venido a desayunar tranquilamente no a cubrirte. - Se sentó en la barra cerca de Luisita.
- ¡Qué idiota eres! Me alegraba porque sí, no te iba a pedir nada... ¡cómo eres! - Dijo molesta.
- Pues eso es porque Amelia no está en la biblioteca. - Le sacó la lengua a moda de burla.
- Está trabajando, le tocaba abrir.
- Ves, tenía razón, por eso no me pides que te cubra para desayunar con ella.
- La que no va a desayunar como sigas así eres tú.- Frunció el ceño.
- No te enfades, sister, que solo te estoy picando.
- Pues para, que ya tengo suficiente con papá que no me deja en paz, menos mal que ya se ha ido al mercado a comprar, te digo, en cuanto pueda me independizo.
- ¿Con Amelia? - Se mofó.
- Por ejemplo...
- ¿No vas muy rápido? Que no sois ni novias aún.
- Claro que lo somos.
- ¿En serio? ¿Lo habéis hablado ya? - Preguntó curiosa.
- ¡Hija! ¡Qué anticuada eres! Eso ya no se habla, las cosas fluyen y ya.
- Hasta que una se lie con otra porque "nunca dijimos que fuéramos exclusivas" - Se burló
- ¡Qué dices! Esas cosas se saben, tú sabes cuando eres exclusiva.
- Cuando eres exclusiva tú pero ¿y la otra persona? La otra persona no tiene por qué sentir lo mismo que tú. - La miró inquisitiva levantando una ceja.
La rubia pasó de la seguridad a la duda en cuestión de segundos.
- ¡Ay! María, que ahora me haces dudar... - Se entristeció. - que yo daba por hecho que estábamos juntas porque como nos vemos todos los días y hablamos y hacemos vida de pareja, que duermo cuatro noches a la semana en su casa, eso es más de la mitad. ¡Que ahora voy a tener que hablar con ella, que le voy a tener que pedir que seamos novias formalmente! - Comenzó a ponerse nerviosa. - María que yo no sé hacer eso, que nunca he hecho nada por el estilo, que yo me dejo llevar y punto, que yo creí que ella estaba en la misma página que yo... y yo aquí pensando en irme a vivir con ella, en tener hijos... - María abrió los ojos escandalizada. - No ahora, en unos años, pero vamos que yo ya me había montado mi Rosas Rojas...
- Relájate Luisi, que ella te va a decir que sí.
- Pero ¿y si me dice que no? Lo pasó muy mal con su ex igual no quiere complicarse la vida, o quiere ir más despacio o vete tú a saber... - Dudó. - No le pienso decir nada, que saque ella el tema- Se quedó en silencio pensado varios segundos. - ¡Joder! María, te odio.
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Todos los días (Luimelia)
Romance¿Cuántos días necesitas para enamorarte? Luisita y Amelia van todos los días a la biblioteca, sin embargo, lo que parece algo rutinario puede ser el comienzo de algo que dure toda la vida. Una adaptación de mi obra teatral "Todos los días" estrenada...