Juntos

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No sentía nada. Todo era paz a mi alrededor. Todo estaba oscuro hasta que de repente noté un gran dolor en el pecho y me levanté tosiendo.

Noté como muchos brazos me abrazaron a la vez mientras yo luchaba para no morirme de la tos.

-Eres imbécil-dijo una de las personas que me abrazaban.

-Nos habías roto el corazón-dijo otra voz.

Levanté mi vista y ví como mis amigos estaban abrazándome con lágrimas en los ojos.

Entonces recordé todo lo que pasó: Sam, Elliot, vida y muerte. Los chicos me soltaron y me giré en busca de mi hermano. Cuando lo ví me lancé a sus brazos llorando.

Sam correspondió a mi abrazo y nos quedamos ahí llorando durante mucho rato.

-Aparta me toca a mí-dijo Loki y me cogió para abrazarme. Lo abracé fuerte y sentí otro montón de pares de brazos abrazándome.

-Siento interrumpir-dijo una voz y me encontré a Elliot detrás-pero el Juicio debe continuar.

Entonces le miré fijamente y ví como no era el mismo de hace unos minutos.

-Larga historia-dijo Loki leyendo mi mente.

En ese momento un trozo de césped alrededor nuestro se quemó y miramos detrás nuestro. Hice una mueca de asco al ver como una babosa gigante se estaba retorciendo sobre sí misma mientras varios charcos tóxicos salían disparados de su cuerpo. Tras varios retortijones la babosa se quedó estática mientras algo se removía en su interior. Entonces algo salió de dentro de la babosa: otra babosa un poco más pequeña. Ésta salió poco a poco del interior de la otra babosa mientras esa caía al suelo inerte. Tras varios retortijones por parte de la pequeña babosa está nos miró.

Todos teníamos una mueca de asco en la cara.

-Enhorabuena ha sido niña-dijo Loki.

Entonces la babosa se dirigió a nosotros lanzando lo que entiendo que era una especie de ácido tóxico. Todos nos echamos hacia atrás pero Elliot levantó una de las espadas que había en el suelo y se la clavó.

La babosa cayó muerta al suelo con una espada clavada en su cabeza. Todos aplaudimos a Elliot.

-¿Alguien puede explicarme qué ha pasado?-pregunté.

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Después de ponerme al día con lo sucedido avanzamos siguiendo a Elliot.

Al parecer los otros dos Orbek fueron Tierra y Gravedad que se los quedaron Max y Liv respectivamente.

Elliot había resultado ser una gran persona y para nada machista. Aseguró que él no tuvo nada que ver con la prueba de Vida y Muerte y me pidió disculpas por lo sucedido.

Iba abrazada a Sam durante todo el camino. Ahora que había recuperado a mi hermano no pensaba dejarlo escapar.

-Alguien está celoso-dijo Sam en mi oreja y miré de reojo a Alex. Apenas hacía unas horas estuvimos a punto de besarnos. Desvíe la mirada hacia Sam.

Este me sonrió y me abrazó aún más.

Tras un largo rato caminando por un pasillo completamente oscuro llegamos enfrente de una puerta de metal que me resultaba desconocida.

-Detrás de esta puerta está la prueba que os aguarda-dijo Elliot y nos miró-usar la cabeza y os irá bien.

Elliot despareció y nos quedamos mirando la puerta fijamente.

-Hagamos una promesa-dije y ellos me miraron-no dejaremos de ser amigos y no nos traicionaremos-dije poniendo mi mano.

Todos los demás asintieron y pusieron sus manos sobre la mía. Sellando así la promesa.

-Cuándo gane-dijo Max-quiero que seáis mis esclavos durante una semana.

-Que te lo crees-dijo Alex a su lado-vosotros me invitaréis a cenar cuando yo gane.

-Cuándo yo gané me pagáis unas copas-dijo Ana.

-Cuándo gané me lleváis de compras y me lleváis las bolsas-dijo Liv.

-Si ganó quiero que dejéis de comeros mis flanes de chocolate de la nevera-dijo Sam a mi lado mirándolos mal.

Entonces todos me miraron y suspiré.

-En el remoto caso de que ganará-dije y pensé-quiero que los chicos se dejen maquillar por nosotras y que lleven tacones por todo un día.

Todos me miraron como si estuviera loca.

-No ganaré así que da igual-dije encogiéndome de hombros.

Después de habernos echo esa promesa y esos pactos dirigí mi mano a la puerta de metal y la empujé. Un halo de luz nos envolvió a todos y caímos al suelo.

Me levanté del suelo sobándome el culo y miré a mi alrededor.

La cancha de básquet estaba justo dónde siempre había estado. Los carteles del baile de fin de curso estaban colgados del techo y una cesta llena de balones estaba escondida en una esquina.

Estábamos en el instituto.

La Caza de GreekdaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora