Demasiado cobarde.

1.5K 121 20
                                    

Sakura.

—Baja de ahí ¡maldita sea!—

—¡No!—

Me iba a tirar, estaba a punto de tirarme al vacío, era hora de acabar con mi patética existencia. Cerré los ojos y me solte del barrotes de la ventana. Sentí la brisa golpear mi cara una y otra vez, al fin iba a terminar esta pesadilla y justo cuando creí estar muerta la calidez de una mano me estaba sosteniendo.

—¡Que demonios haces!—

Sasuke estaba ahí.

—¿Acaso quieres dejarme solo?—

Sasuke estaba ahí.

—Sakura, no me puedes hacer esto, te extraño tanto que ya no puedo soportarlo.—

Miré al vacío y sentí terror, él me sostuvo tan fuerte y luego me subió con tanta fuerza que caímos al suelo abrazados.

—Si que eres idiota, mira que intentar lanzarte al vacío. ¡Tu odias las alturas!—

—No me juzgues por como quiero arreglar lo que tu rompiste.—

En la salud, en la enfermedad en las buenas, en las malas incluso cuando no puedas levantarte, incluso cuándo lo dudes ahí estaré. Por qué te amo. ¿Lo recuerdas?—

Lo único que hice fue llorar en su pecho hasta que me canse, hasta que no tuve fuerzas. Y él se quedó ahí a mi lado, también lloraba lo hacia en silencio.

—Vuelve a casa, te necesito. Por lo que más quieras vuelve, no soporto un día más sin ti. —

No le respondí lo último que recuerdo fue que me desmaye.

.
.
.
.
.
.
.
Sasuke

Nunca había visto a sakura en tan mal estado, de hecho jamás la habían hospitalizado. Estaba muy pálida y había bajado demasiado de peso, de los 50 kilos que pesaba ahora estaba en los 43, sentía que en cualquier momento iba a romperse. Me quedé toda la noche con ella, la habían sedado según el psiquiatra tenía depresión y era bastante grave. Me sentía tan culpable por qué  había minimizado su problema, me había quedado como una víctima y ella estaba ahí sola enfrentando al mundo tratando de ser feliz para que yo estuviera bien, sin darme cuenta le había hecho tanto daño.

Cuando despertó intento incorporarse, me miro confundida y luego se volvió a recostar en mi pecho.

—¿Estas bien? — le pregunte.

—Tengo frio. — susurro y yo la cubri con una manta.

—Duerme un rato más, es de madrugada. —

—Sasuke—

—Dime—

—¿La Extrañas?—

—Si mucho, pero... algunas cosas no se pueden cambiar. Solo queda aceptarlas y seguir adelante. —

—Es que yo no puedo.—

—Si puedes... pero necesitas sacar todo eso que tienes acumulado. —

—Quiero volver a casa. —

—Lo haremos, volveremos a casa. —

Le bese la frente y luego los labios, y fue como si volviera a la vida. Como si me hubieran regresado parte de mi alma.

—Te amo tanto saku.—

—Y yo a ti sasuke.—

Lo siguiente fue un montón de consultas con psicólogos y psiquiatras para ambos. Nos fuimos a un retiro espiritual y escribimos todos nuestros miedos en una hoja de papel para luego quemarlos. Era hora de darnos una nueva oportunidad.

Necesitábamos aliviar nuestro corazón, era necesario hacer algunas suturas en él si queríamos seguir juntos.

A la luz de las velas, en medio de la noche. Ambos con trajes de seda blanca y coronas de flores juntamos nuestras manos en oración.
Nos dieron unos cuarzos, algunas piedras de colores y arena en una bolsita de manta.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.








Licor De Cerezo Japonés Donde viven las historias. Descúbrelo ahora