Sueños bajo las estrellas

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        Él era un tonto enamorado.

        Ella una inexperta en el amor.

        ¿Por qué uno debe sufrir? ¿No el amor es bueno? ¿Lo máximo? ¿Bondad inconscientemente encarnada en el cuerpo?

        Pero existe el miedo. Ese miedo a entablar gloriosa aventura y sumergirse en un mar ampliamente desconocido, a desplegar las velas y dejar que el viento nos lleve.

        ¿Y qué con eso? Un gran error fue haber creado la palabra "Filofobía". Sí, debe ser eso. Es una mentira que nosotros mismos nos hemos hecho creer. Vaya raza humana, tan perdida como desde el principio.

        Él veía sus alrededores como un sistema solar que exclusivamente giraba en torno a ella, su sol. ¿Y él que era? Mas bien, ¿quién quería ser para ese sol? Su Mercurio, el más cercano a ella. Alguien que estuviera siempre acompañándola, por más que su luz se extinga o le provocase una ceguera por su constante resplandor.

        Que más daba, él era suyo. Él le pertenecía.

        Pero...

        ¿Ella era de él?

        El cielo estrellado, divinizado por su magnífica presencia entre aquella gran multitud, eran sus ojos atraidos hacia su belleza, hacia la luz que emanaba con tímida sinceridad y que ella irradiaba de manera involuntaria. Ya no era su sol, se había convertido en su luna. No bajó de categoría, subió, escaló a lo más alto de las realidades posibles y las falacias pre-establecidas por la humanidad, cuyo egoísmo e inseguridad permeaba a cualquiera injustamente y a la poca esperanza suya reducida.

Su luna...

        Porque la luna no hiere cuando la observas, sino que te permite contemplarla todo el tiempo que gustes sin temor a salir lastimado, deleitarte con su prominencia, pero, sobretodo, la luna siempre había sido lo que mayor resaltaba entre la penumbra nocturna, entre el vacío etéreo salpicado por escasas gotas de leche pura, entre el mayor placer que yacía en su corazón. Para él, la luna tenía mayor protagonismo que aquel sol a pleno día. Él había aprendido ansiar la llegada de las noches y llorar por ellas cuando el cielo se decoloraba.

        Un trágico lunático.

        Estaba insanamente enamorado. Locamente enamorado. Perdidamente enamorado.

        ¿Y ella?

        Ella había cedido, había fracasado en su exclusión, en su repudio al amor. Esas famosas barreras de hierro se fracturaron, se formaron grietas y más de ellas, se quebraron pieza por pieza, y se cayeron, permitiendo un gran espacio, una entrada, para que uno se apresurase y conquiste.

        Ella ya no se creía más un estropajo.

        ¿Y qué con lo que restó de ella?

        Eso no te contaré, simplemente tendrías que preguntar cómo fue que la enamoré, y en cómo ella se volvió mi luna y yo en sus estrellas.

......

        Definitivamente tomar alcohol, echarse un cigarrillo y comer antes de dormir no era para nada saludable, Shishio creyó tal oración muy cierta al levantarse momentáneamente para caminar a duras penas hacia el incio de su litera. Había bebido y abusado de sus adicciones al tener algo perturbándolo en su interior en los últimos días, aquella cosa que nos perjudica en la adquisición de concentración alguna en nuestros actos cotidianos. Su cabeza daba vueltas mientras caía en el reloj las tres y media de la madrugada, tenía las sienes palpitando de manera que parecía tener dos corazones jodiéndole la existencia. Recientemente él se hizo consciente de que su corazón latía más y más, no entendía el cómo, ni el por qué, pero sentía el corazón más vivo que nunca, libre de todo polvo amontonado después de tantos años.

        Tenía que ser una pesadilla. No, no lo era.

        Más vale que fuera un sueño. Para nada, es tu realidad.

        Yo no soy así, y ella... Ella es mejor que eso.... Tú mismo estás hablando, escúchate.

     Un universo, el universo entero. Ella es todo y yo equivalgo a nada. Ella es lo perfecto y yo lo incorrecto.... Ella una diosa y yo un cobarde plebeyo. Continúa, ya lo vas entendiendo...

        Me gusta.

        Ese fue su último pensamiento hasta que la embriaguez terminó por consumirlo.

        Al día siguiente no recordó la verdad que ocultaba su ser.

        "La Primavera le pegaría muy dolorosamente este año luego de mucho tiempo, incluso terminaría rogando porque se quede eternamente a su lado."




Cigarrillos y alcoholDonde viven las historias. Descúbrelo ahora