Canción de Otoño en Primavera

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"Juventud, divino tesoro,


¡ya te vas para no volver!


Cuando quiero llorar, no lloro...


y a veces lloro sin querer...


Plural ha sido la celeste


historia de mi corazón.


Era una dulce niña, en este


mundo de duelo y de aflicción.


Miraba como el alba pura;


sonreía como una flor.


Era su cabellera obscura


hecha de noche y de dolor. "



Rubén Darío, Canción de otoño en primavera.


[Fragmento]

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.

.

Al llegar a casa y su cita-reunión vuelta un fracaso, Satsuki Shishio fue víctima de una fiebre a la par de severa como la aflicción en su corazón.

Confesarse fue un avance y al hacerlo su pecho se pareció a un taladro por su constante movimiento o como si por dentro resguardara una campana vibrando en su interior; escuchar la respuesta fue la otra parte que lo dejó sin aliento y elevó su presión cardíaca. El hecho de estar temiendo un rechazo fue lo que terminó obligándolo a hacerse de los oídos sordos y dejar que el resonante murmullo de la lluvia ahogue el destino.

No escuchó su rechazo por voluntad propia.

Vaya cobarde.

Hubiera esperado hasta el final.

Las horas fueron —además de eternas— muy pesadas y agotadoras, su cabeza se sentía en un constante mareo como si Shishio considerara pasar el resto de su vida en un carrusel que nunca pretendiera detenerse y estuviera condenado a vivir en un malestar, vuelta por vuelta, cada giro como el eterno retorno de Nietzsche. Desde la punta de los dedos del pie hasta la parte superior de su encéfalo se sumía en una depresión volcánica; no dejaba de temblar por el supuesto frío que mencionaba padecer pero, en realidad, su cuerpo estaba ardiendo como si el Infierno haya decidido habitar ese cuerpo mortal. Sumado a eso, duramente recordaba lo que sucedía por esos lapsos en los que perdía la noción y caía rendido ante el sueño. Hacía memoria de todo y a la vez de nada, recordaba haberse confesado pero su mente estaba en blanco cuando llegó a su departamento empapado.

Gotas de agua cubriendo su cuerpo como si fueran parte de su piel, mezcladas con un sudor salino y lágrimas sabor a vino tinto.

Amargo y salado, ese era el sabor de la desesperación.

Cigarrillos y alcoholDonde viven las historias. Descúbrelo ahora