Primavera 2/4

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Los siguientes días transcurrieron rápido. Satsuki Shishio estaría por comenzar el nuevo ciclo escolar el lunes y preocuparse por su trabajo sería lo menos importante en este preciso momento estando justamente en viernes, a dos días de lejanía de la supuesta fecha.

Un viernes donde tendría una cita, sin ser una cita en todo el sentido de la palabra. Una cita a medias porque, tal vez, sólo Shishio la consideraba como tal y para Samejima era una simple reunión entre dos personas —como siempre se sugestionaba—. El caso era que, esta vez, pasarían toda la tarde juntos como una pareja de... ¿Enamorados? No. Para nada, puesto que todavía permanecía la incógnita si todo era una cita.

—Demonios... Estoy pensando demasiado las cosas, yo no suelo ponerme así cuando... —El adulto balbuceó sin evitar sentir un cosquilleo alrededor de su nuca; tampoco evitó reírse un poco por lo patético que se sentía al encontrarse nervioso por salir con una chica, que era su amiga, porque ya no era un chico de instituto para andarse preocupando por esos asuntos y estar comportándose como un precoz. Pero si se permitió estar feliz por salir con la chica que le...

El sonido de la segunda alarma retumbó en toda la estancia como recordatorio de que ya debía levantarse y no perder más tiempo holgazaneando en la cama. Tenía la nariz rojiza; a veces se le volvía de esa forma cuando era un día lluvioso y la humedad le hacía malas jugadas, o porque había pescado un incipiente resfriado. Definitivamente nada de qué preocuparse. Nada arruinaría su día.

Diez de la mañana y el profesor se encontraba debatiéndose sobre cómo debería ir vestido a esa cita —pasar el rato con una amiga— mientras tenía un pan tostado, con mermelada encima, en la boca y unas cuantas migajas, que le regalaban una pequeña barba falsa a su aspecto, en la barbilla. Ambos habían acordado verse a las cuatro en la estación de siempre; Samejima fue la dueña de la idea de encontrarse ahí y Shishio no tuvo otro remedio más que aceptar, pero se sintió extrañado por esa repentina propuesta ya que los dos vivían el uno al lado del otro.

 Ni que hacerle.

Decidir entre llevar una yukata ya que era un "festival" o llevar ropa casual como cualquier hombre en la actualidad fue lo que siguió perturbando su mente, pero eso ya había sido un avance porque se estaba aproximando a su motivo. Su madre se estaría riendo de él en ese momento si llegara a enterarse que su hijo sufría de los problemas comunes de una chica adolescente al no saber cuál atuendo llevaría para ver a su novio, y su hermana menor estaría grabando toda la escena y a él, principalmente, para luego compartirla con sus familiares. Shishio se preguntó cómo pudo haber caído tan bajo y haber perdido su hombría en algo tan trivial que usualmente nunca le había importado.

Al final optó por un pantalón negro de vestir y una camisa clara de manga corta para no complicarse la existencia, pero pensando si había tomado una decisión acertada. Por donde se viera, seguía utilizando atuendos para gente más joven pero ya no tan excéntricos como antes. Hace un par de años atrás desechó todos sus gorros extraños, calcetines y corbatas extravagantes porque debía adoptar un porte más profesional y formal; excepto una peculiar corbata.

Después se dedicó a hacer la limpieza de su departamento que, desde hace más de una semana, no había tenido contacto con el cepillo de la escoba y con el agua alterada químicamente.

Era un desordenado, pero también era responsable.

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La espalda la tenía tendida sobre un poste, en cuya punta se encontraba un reloj para finalizar con el adorno, sus brazos estaban cruzados por sobre su pecho y sus lentes se le resbalaban lentamente por el puente de la nariz; tenía en la boca su último pocky. Una voz le rompió aquel ensimismamiento —conocido como limerencia— , el cual consistió en atinar a la expresión que haría ella cuando lo viese.

Cigarrillos y alcoholDonde viven las historias. Descúbrelo ahora