Capítulo 17: Nadie aquí es centro de terapia, pero me quedo

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– Thania Knightley –

Después de volver del trabajo ella estaba vestida, no había nada mas grave y la prioridad ahora era el descanso, así que la mandaron a descansar en casa por un tiempo por las fracturas y dolor corporal que empezó a estar mas presente cuando la morfina ya no estaba en su sistema.

Se paro con ayuda de sus padres y se vistió con algo cómodo, encima se coloco un polerón que le quedaba muy largo y grande junto con un estampado de un escudo con alas de color blanco y azul.

Cruzo sus manos en su pecho y las mangas quedaron colgando a sus lados.

No puedo creer que se pueda ver más como una bebé.

Ofrecí el llevarla a mi casa para su reposo, aun había una tensión en el ambiente por miedo de que la persona que mandara a matar a Katra la quiera de vuelta.

Los padres aceptaron, pero la aludida se notó incomoda.

Y eso me incomodo a mí, no quería obligarla, sabía que se sentía insegura y no quería cruzar límites

La sentaron en la silla de ruedas y la llevaron hacia la camioneta negra estacionada al frente de la salida al estacionamiento, era blindada y polarizada, tres carros nos seguían desde cerca y Katra se quedo dormida en la parte trasera en el hombro de padre mientras el le daba cariño en el pelo.

Su mamá aferraba su mano a la pierna de su hija, nunca llego a quitar su semblante preocupado.

Cuando llegamos subimos a Katra por el ascensor, se fue directamente a mi habitación donde sus padres se despidieron. Yo coloqué alguna serie en la televisión y permanecí callada la mayoría del tiempo.

—Te noto extraña. — me dirigió la mirada, la estaba preocupando.

—¿Te sientes incomoda aquí? Es que no me siento segura contigo en tu departamento.

—No es eso, solamente siento que lo haces por compromiso. — se intento acomodar mejor en la cama y por consecuencia su rostro se arrugo en dolor. — Es tu departamento y se nota que te gusta tener tu espacio.

—Te puedes quedar todo lo que quieras y yo te lo pido. — le rogué con la mirada. — Por favor.

Katra acepto y se dispuso a ver dibujos animados.

El tiempo paso rápido para mí, pero lento para ella.

Su primer ataque de pánico fue 3 noches después de llegar al departamento.

Se despertó alterada en medio de la noche, un objeto de cristal cayo sobre el suelo asustándome, mi cuerpo se movió en automático, obligándome a despertar rápido, saqué la pisto de debajo de la cama pensando que alguien se había entrado al lugar, un grito desgarrador sonó al fondo del pasillo, aparte la mirada de la entrada y corrí sin pensar en nada hasta llegar a la habitación.

Era una bolita envuelta en sabanas, temblando y meciéndose constantemente.

Prendí la luz para poder ver con claridad y eso ocasiono que intentara defenderse de la nada.

—Por favor, ahora no, no, no, no. — sus manos apretaron la sabana hasta que sus nudillos se volvieron blancos. — Yo no he hecho nada, nada, por favor.

Deje la pistola en la mesa, cerciorándome de que realmente nadie haya entrado a la habitación y me arrodille cerca de Katra. — Cariño, no hay nadie en la habitación.

Un sollozo salio de su boca y su voz se escuchó quebrada. — me desperté y todo estaba oscuro. — respiro ahogándose y trono sus propios dedos, aunque no llegaran a sonar.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora