Decisiones en la ducha

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Alrededor de las 8 de la mañana, Sharon se despertó con Alexandra aún durmiendo a su lado. La noche anterior habían estado viendo pornografía hasta la madrugada, viendo un video tras otro, comentando acerca de las posiciones, riéndose de las historias ridículas que los productores inventaban para que dos personas tuvieran sexo, investigando más acerca de los cuerpos de los hombres y también de las mujeres. En eso estuvieron hasta que en cierto momento Alexandra se quedó callada durante un par de minutos, pero cuando Sharon quitó la mirada de la pantalla para ver porqué su amiga no respondía a nada de lo que le decía, Alexandra simplemente sonrió y le dijo que ya estaba cansada y que ya quería dormir.

Sharon no notó nada extraño en el momento, pero ahora que estaba con la mente más fresca y descansada, se quedó observando a su amiga y pensando acerca de lo ocurrido. Alexandra llevaba puesta una blusa corta que mostraba su cintura delgada, un short corto que dejaba ver la extensión de sus piernas morenas, y su largo cabello negro disperso sobre la almohada. Sharon siempre había pensado que su amiga era linda, desde la primera vez que durmieron juntas notó que los pechos de Alexandra eran más grandes que los suyos, y también le pareció que el trasero de su amiga era redondo y perfecto. Pero esta vez no vio a aquella muchacha con quien incluso se había llegado a bañar en más de una ocasión, en este momento, y por primera vez, observó a una mujer en su mejor amiga.

Las mejillas de Sharon se ruborizaron lo suficiente para sacarla de sus pensamientos, entonces se levantó y decidió bañarse antes que su amiga decidiera que debían hacerlo juntas con la excusa de que debían ahorrar agua, aunque al final Alexandra sólo jugara a enjabonarla y comparar sus cuerpos. Ya que la puerta hacia el baño estaba en la misma habitación, Sharon se levantó, tomó únicamente una toalla, pues no quería despertar a su amiga mientras buscaba ropa y entró al tocador. Al estar dentro, puso la toalla a un lado y se quedó viendo su propia imagen en un espejo que tenía en frente. Su pelo negro siempre había sido rizado y rebelde, pensó que algún día se lo teñiría. Al quitarse el camisón que usó para dormir, observó sus pechos y sintió que el espejo reflejaba a una mujer distinta a la que siempre había visto en él. Se quitó el short que traía puesto y comenzó a lucir su cuerpo desnudo para la chica que tenía frente a ella. Hasta entonces, siempre se había visto como una adolescente sencilla, sin ningún rasgo sobresaliente, pero ese día se sintió sexy por primera vez.

Cuando por fin terminó de admirar su propio cuerpo, entró a la ducha, abrió la llave y sintió el agua fría entrar en contacto con su piel. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras éste comenzaba a mojarse. Inmediatamente recordó los videos de la noche anterior, así que cerró los ojos para concentrarse en ellos. Pensaba en aquellas mujeres que parecían disfrutar las caricias y los besos, las veía en su mente disfrutando del simple hecho de ser sujetadas por hombres que desbordaban confianza, meditaba acerca de cómo sería ser tocada de esa forma, sentir una cálida lengua recorriendo su cuerpo y el cuerpo de un hombre frotándose contra el suyo.

Sin darse cuenta, las manos de Sharon comenzaron a recorrer su propio cuerpo, se acariciaba los muslos, el vientre, los brazos, el cuello, y al llegar a sus pechos decidió usar solamente la punta de sus dedos para tocarlos. Una calurosa sensación comenzó a llenar su cuerpo a pesar de que el agua continuaba fría. Se dio cuenta de lo que hacía cuando sintió sus pezones duros como nunca antes los había tenido, ni siquiera en días fríos. Aún así, el efecto que provocaban sus caricias en su cuerpo era demasiado fuerte como para detenerse. Su mente estaba llena de imágenes de hombres y mujeres desnudos, dándose placer con el roce de sus cuerpos y teniendo sexo apasionado. Por un momento pensó también en su amiga, recordó aquellas veces cuando en ese mismo sitio Alexandra inventaba excusas para tocarla. Pero ahora deseaba seque fuera realidad y que alguien manoseara todos los rincones de su cuerpo.

Entonces una de sus manos se escapó y comenzó a bajar hasta llegar a colocarse en medio de sus piernas. Sharon aún no sabía bien qué hacer, pero en parte por instinto y en parte por lo que había visto horas antes, empezó a acariciar su vagina. En ese punto, se percató que todos sus sentidos estaban al máximo. Incluso sintió el agua bajar por su brazo, continuar por su zona íntima y llegar hasta el piso a través de sus piernas. Pasó con delicadeza sus dedos alrededor de su clítoris, donde inmediatamente comprendió que era el punto donde siempre iba a sentir más placer. Comenzó a tocarlo con suavidad mientras su otra mano sujetaba uno de sus pechos con fuerza. Su cuerpo perdía ligeramente el control y por eso tuvo que acostarse contra la pared para no perder el equilibrio. Le parecía que sus dedos sabían qué hacer y que ellos eran los que ahora decidían qué hacer. Empezó a pasarlos alrededor de los labios de su vagina luego abriéndolos y llegando a la conclusión que allí estaba la entrada de aquello que todos los hombres deseaban. Sus caricias disminuyeron en ese momento, quería meter sus propios dedos al igual que las chicas de los videos, pero temía perder su virginidad allí. Su corazón estaba totalmente acelerado, su mente ligeramente nublada como para pensar con claridad, sentía que sus dedos encontrarían allí el final que todos deseaban. Así que abrió más sus piernas, puso su mano en medio de ellas y encontró la entrada de su vagina con el dedo del medio. Finalmente se daría todo el placer que estuvo deseando desde hace dos noches.

--¡SHARON! ¿Qué tanto haces? ¡Yo también me quiero bañar!-- Gritó Alexandra desde el otro lado de la puerta.

Sharon se sobresaltó y estuvo a punto de resbalarse. Le tomó un par de segundos a su mente regresar a aquella ducha con agua fría. Se sintió avergonzada como si su amiga la hubiera descubierto mientras hacía aquello, al punto de taparse el cuerpo con sus brazos, hasta que recordó que se encontraba sola y que se suponía que se estaba bañando.

--¡Ya casi salgo!-- por fin respondió Sharon. Se terminó de bañar rápidamente, se secó con la toalla y se la colocó alrededor de su cuerpo antes de salir del tocador.

--¡Por fin!-- dijo Alexandra, quien sostenía una toalla en su mano y de paso se encontraba desnuda, como si careciera de toda vergüenza. --¿Qué tanto hacías allí dentro? Me desperté luego de que entraste y he estado aquí como tonta esperando. ¿Y por qué te tapas? Ya sabes que me gusta verte sin ropa.

Sharon sólo logró ruborizarse y sostener su toalla con fuerza.

--¿Y ahora qué te pasa?-- preguntó Alexandra. --Sales de la ducha y estás muy callada. ¿Te secuestraron los aliens allí dentro y experimentaron contigo?

--Ya cállate y entra a bañarte-- respondió Sharon.

--Allí estás. Buenos días Sha-- Pero antes de obtener una respuesta, Alexandra entró al baño.

Sharon se quedó sola de nuevo. Aún se sentía avergonzada pero al menos no tenía que lidiar por unos minutos con las preguntas de su amiga. Se sentó desnuda en su cama mientras procesaba en su mente lo que había hecho en la ducha. De pronto sintió frío y fue a buscar ropa limpia para ponerse, y mientras lo hacía, decidió no decirle nada a Alexandra. Sin embargo, por fin comprendió lo que quería. Así que buscó su teléfono y le escribió un mensaje a su novio que decía: "Quiero que hablemos, voy a tu casa como a las 4, ¿te parece?"

Le dio enviar al mismo momento en que su amiga salió del baño.

--¿A quién le escribes?-- preguntó Alexandra con una mirada ojos entrecerrados como sospechando algo.

--No es de tu incumbencia-- Respondió Sharon mientras le sacaba la lengua. --Pero igual te voy a contar. Le escribí a Ema para vernos ahora más tarde.

--¿A Ema? ¿Emanuel? ¿Vas a ver a tu novio hoy mismo? ¿Por qué?-- contestó Alexandra visiblemente confundida.

--Porque quiero resolver las cosas de una vez.

--¿A qué te refieres?

--Quiero confrontarlo y que me diga si me desea-- respondió Sharon. --Probablemente ya sabe lo que Gabriel anda diciendo que pasó. Pero antes de decirle lo que pasó, quiero ver si de verdad quiere estar conmigo.

--¿Y no puedes esperar a mañana para decirle eso?

--No puede ser mañana, tiene que ser hoy-- Sharon volvió a ver su teléfono y se dio cuenta que su novio le había escrito que la esperaba a las 4. Entonces levantó la mirada otra vez hacia su amiga y continuó: --Definitivamente tiene que ser hoy. Porque quiero tener sexo con él...

Alexandra abrió los ojos con evidente sorpresa, luego se volteó para buscar su bolso donde traía su ropa limpia y comenzó a sacar una tanga y un brasier, entonces agregó: --Ve por él, acábalo-- Y le guiñó.

Sueños, fantasías y otros secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora