Confesión

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Pasaron las semanas, Sharon y Tony siguieron saliendo. Ahora que eran novios oficialmente, tenían más citas. Iban al cine, a comer a un restaurante, a ver la puesta del sol en un mirador, a hacer un picnic una tarde en un bosque con pasto y árboles alrededor, a caminar bajo la luna y las estrellas, o simplemente se quedaban en el apartamento de Anthony, donde veían películas, ponían música, se enseñaban pasos de baile, se contaban historias de la infancia, se reían de ellos mismos o simplemente se besaban y se acostaban abrazados. Claro que había días en que no se ponían de acuerdo sobre algunas cosas, o se molestaban por otras, pero por lo general eran felices.

Sin embargo, a pesar de que Sharon apreciaba cada momento con su novio y hasta pensaba que era demasiado bueno para ser real, ella comenzaba cada vez más a tener la necesidad de llegar a la intimidad con Anthony. Su preocupación era que no deseaba apresurar nada entre ambos, pero por lo general son los chicos quienes dan el primer paso, o hacen una propuesta, o lo insinúan de alguna manera. No obstante, su novio no mostraba signos de querer avanzar en ese tema, ni siquiera lo había mencionado, a pesar de las múltiples oportunidades que podría haber tenido con alguna historia de Sharon o al hablar de la relación entre Alexandra y Diego, quienes por cierto también comenzaron a ser novios recientemente.

--Si él no lo propone, entonces hazlo tú-- le dijo Alexandra una vez. --Sedúcelo, insinúate, desvístete en su cama, lo que sea.

--Pero no me siento cómoda siendo yo la que dé el primer paso-- respondió Sharon.

--Ahora resulta que Sharon es tímida y nunca ha sido directa con un hombre. Si incluso cuando perdiste tu virginidad, fuiste tú quien le propuso tener sexo a Emanuel.

--Pero esta vez es diferente.

--¿En qué es diferente?-- preguntó Alexandra.

--Pues que él no me ha insinuado nada.

--Al igual que Emanuel, y a pesar de lo ocurrido, le encantó.

--Por eso mismo, ambas sabemos cómo terminó eso.

--Anthony no es Emanuel, ni le llega a los tobillos, ni mil Emanuel podrían compararse con tu querido Tony.

--Lo sé, solamente no sé qué hacer.

--¿Crees que sea mejor aguantar las ganas y no decirle a tu novio que te gusta el sexo?

--Pero yo no quiero hacerlo con Anthony sólo porque me gusta el sexo-- respondió Sharon.

--Yo sé que no, pero ese no es el punto.

Quizá Alexandra tenía razón. Parte de ser sincera con un novio es contarle todo sobre sí misma, y ya sea que a ella le guste el sexo o no, la verdad es que quiere tener relaciones con él.

--Entiendo lo que me quieres decir, pero no significa que voy a desnudarme en la cama de Tony y esperar que él me siga la corriente-- dijo Sharon.

--Entonces díselo.

--¿Qué cosa?

--Dile que quieres hablar de sexo, que quieres saber lo que él opina al respecto. De esa manera, por lo menos no tendrás la incertidumbre de cuándo pasará, o incluso saber si él realmente quiere hacerlo o no.

--Si me dice que no quiere, lo obligo. Después de estos meses, ya no me lo puede negar.

--Esa sí es la Sharon que conozco.-- dijo Alexandra mientras le pellizcaba una mejilla a su amiga.

Así que Sharon por fin tenía un plan. Debía preguntarle a Anthony lo que pensaba acerca del sexo. Sólo esperaba que no fuera de esos tipos que deseaban esperar hasta el matrimonio. Ella respetaba una decisión así, pero ya estaba en un punto donde no sería capaz de esperar mucho tiempo. Esperó a que Tony le escribiera y le sugiriera tener una cita, a lo cual ella le respondió que quería ver una película en el apartamento de él. Quedaron de verse al día siguiente por la tarde, ya que era sábado.

Sueños, fantasías y otros secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora