Verdad y secreto

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A las 4:15 pm, Sharon estaba frente a la puerta de entrada de la casa de Alexandra. Aún no recuperaba el aliento, sentía que tenía la cara roja por haber tenido que correr para no llegar tarde. Tocó la puerta y esperó. La madre de su amiga abrió unos segundos después.

--Hola Sharon, pasa adelante. ¿Pero qué te pasó?-- le dijo la señora al ver el estado en que se encontraba la amiga de su hija.

--No es.. nada...- respondió mientras aún recuperaba el aliento. --Solamente... tuve que correr... para no llegar tarde--

--Pasa adelante hija, y siéntate. Parece que te vas a desmayar.

Sharon entró a la casa y se sentó en un sofá.

--Disculpe... por entrar así... señora-- dijo casi exhalando las palabras.

--Tranquila corazón, de por sí Alita no se ha terminado de alistar y aún no han llegado todos los invitados. Pero voy a traerte un vaso con agua antes de tener que llamar a una ambulancia.

La mamá de Alexandra se retiró a la cocina. Mientras tanto, Sharon se quedó sentada intentando que su respiración se normalizara y que su corazón dejara de moverse como bailarina de los carnavales de Brasil. Su angustia por llegar temprano se debía a que en casa de su amiga siempre eran muy puntuales para todo. Recordó la ocasión en que la invitaron a un paseo familiar a la playa. Ella llegó 10 minutos tarde de la hora que habían programado para salir y encontró a toda la familia montada en el carro esperando que ella llegara para poder partir. Sin embargo, a pesar de llegar tarde esta vez, las circunstancias fueron favorables para ella, ya que se encontraba sola en la sala. Así que comenzó a hacer lo que le preocupó todo el camino. Se quitó la mochila de la espalda, la abrió y sacó la bolsa de regalo con los aretes de gato y el sacapuntas en forma de nariz. Luego removió el resto de cosas que andaba (que consistía en una mudada limpia y una pijama, ya que planeaba pasar la noche con su amiga) y colocó el consolador debajo de todo para que nadie lo viera ni por accidente. Eso fue lo único que pensó luego de salir del centro comercial, temía que tuviera que sacar los otros regalos frente a la familia y demás amigos, y que el juguete se saliera de su mochila y cayera en mitad de la mesa donde estaban los demás regalos. Cerró la mochila y se la colocó en la espalda de nuevo, para que así nadie tuviera la intención de tomarla y sujetar el consolador desde fuera.

--Aquí tienes. No le puse hielo porque podría hacerte mal el cambio de temperatura-- dijo la mamá de Alexandra volviendo de la cocina.

--Gracias-- respondió Sharon quien se alarmó ligeramente por el estado en que se encontraba, no exhausta, sino nerviosa por lo que tenía en su mochila. Tomó el vaso y bebió toda el agua como si llevara una semana sin ingerir líquidos.

--Vaya que tenías sed. Por cierto, veo que allí tienes el regalo para mi hija, si quieres me lo das y así lo pongo con el resto de regalos-- dijo la señora, quien agarró el vaso luego de que Sharon se lo entregara vacío, así como la bolsa de regalo.

--Muchas gracias de nuevo-- Sharon se levantó reanimada. --¿Ale está en su cuarto?

--Sí, a mí no me deja entrar pero estoy segura que tú tienes permiso especial por no ser su madre.-- respondió la señora con una sonrisa en su cara. --Si me disculpas, voy a entretener a los demás invitados mientras Alita termina de arreglarse.

Sharon vio a la señora retirarse hacia el jardín trasero donde probablemente estaban el resto de invitados. Fue hasta el cuarto de Alexandra con tal naturalidad que parecía un miembro más de la familia y golpeó la puerta.

--Ya no insistas, lo que la naturaleza no hizo, no lo puedes cambiar en 10 minutos más, ni en toda una tarde-- dijo Sharon frente a la puerta.

--Estúpida. ¿Dónde estabas? Entra de una buena vez.

Sueños, fantasías y otros secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora