El brillo de sus ojos

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Luego de que salieron del baño y Alexandra fingió estar enferma para irse con Diego a otro lugar, Sharon y Anthony se quedaron fuera del cine sin decir nada durante unos instantes.

--¿Te gustaría comer algo?-- dijo por fin Tony.

--Creo que no. A decir verdad, no tengo hambre.-- respondió Sharon.

--Ya me lo imagino. Es lo normal cuando uno se come casi una caja entera de palomitas.

--Hey, perdón. Ya me siento lo suficientemente mal como para que me lo eches en cara. Pero si tienes hambre entonces te pago la comida.

--Tranquila, tampoco tengo mucha hambre. ¿Te parece si caminamos frente a las tiendas?

--Está bien. Vamos.

Tony sujetó a Sharon de la mano, pero ella decidió acercarse más y caminar casi hombro con hombro. Recorrieron todo el centro comercial, señalando tiendas y artículos que atraía su atención o que les gustaban. En algunas entraban y se divertían explorando estantes y buscando cosas que pudieran hacer reír al otro. Cuando pasaron frente a un negocio donde vendían cómics, manga y figuras de acción, Sharon se detuvo y le brillaron los ojos. Luego recordó que estaba acompañada e intentó seguir caminando. Pero Tony no continuó.

--Así que te gusta este tipo de cosas-- dijo Anthony.

--Un poco. Se podría decir-- respondió Sharon.

--¿Y no quieres entrar?

--Es muy infantil, ¿no crees?

--Por supuesto que no. Cualquier cosa que te guste y que haga que tus ojos brillen, no será infantil, pues es parte de quien eres.

Al escuchar esto, Sharon sintió que se sonrojaba, así que decidió soltar a su acompañante y caminar hacia la tienda para entrar, y que así él no la viera ruborizada.

Más tarde, ella caminaba con una bolsa que traía una figura de uno de sus personajes favoritos.

--De verdad no me lo tenías que comprar.-- dijo Sharon.

--¿Qué dices? Yo lo compré para mí. Así dejabas de observarlo con tanta fascinación. Pero voy a dejar que lo guardes en tu casa por un tiempo. ¿Te parece?

--Pues no me lo estás regalando, pero...

--Pero te hace más feliz que a mí, por eso lo vas a guardar tú. ¿Está claro?-- Y le sonrió al terminar de decir esto. Lo cual fue suficiente para que Sharon no pudiera decir más.

Continuaron caminando por un rato más por el centro comercial, hasta que comenzaron a cerrar tiendas ya que era muy de noche. Así que ambos se dirigieron al estacionamiento, encontraron el auto de Anthony y se subieron en él. Ya estaban saliendo del centro comercial cuando Sharon recibió un mensaje de texto de Alexandra, el cual decía que Diego la acompañó al apartamento de ellas, que se habían quedado hablando pero luego comenzaron a tener sexo y ahora estaban en la habitación.

Eso hacía imposible que Sharon pudiera regresar allí. Cuando comenzaron a vivir juntas, entre las dos decidieron que ese tipo de situaciones las hablarían con tiempo, así cada una podría buscar dónde pasar la noche. Pero ahora era muy tarde para encontrar un lugar.

--¿Pasa algo? Te quedaste callada de pronto-- le preguntó Anthony.

--Bueno, ¿cómo te explico? Resulta que Alexandra no estaba tan enferma, ya que ahora están en el apartamento que compartimos, y están muy ocupados en la habitación.

--Eso es un verdadero problema. ¿Sabes cuánto van a durar?

--Probablemente toda la noche. Así que ahora tendré que llamar a mi mamá, o alguna amiga o compañera de trabajo que me permita pasar la noche en su casa-- le explicó Sharon.

Sueños, fantasías y otros secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora