CAPÍTULO 9

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ADRIANO

Estoy demasiado enojado con Zaila por haber llamado a mi padre y no a mí. Ahora tengo que escuchar porque no me llamó, veo en su rostro nerviosismo, espero por lo menos que sean razones válidas.

—Habla.

—No hagas un drama innecesario, no te dije que necesitaba ayuda porque Alba está contigo—. Me dice poniendo los ojos en blanco.

—A la niña la pude dejar con mi mamá o mandar a mi hermano, tu papá te caso para que estés protegida conmigo no con mi padre.

—Ya lo vi, ahora deja de hacer drama ¿si?, estoy cansada por todo esto, vamos a casa—me dice y en verdad puedo ver que está cansada.

—Vete tú, que Alan te lleve, luego vamos Alba y yo, tengo que arreglar algo, descansa—. Le digo y sin más me encamino al sótano donde está el hijo de puta que quiso dañar a mi mujer.

Cuando llegó con el idiota, los hombres de mi papá ya lo tiene amarrado y golpeado, esta con la cabeza abajo, me acerco a él, lo tomo del pelo y le alzo la cabeza.

—Voy a hacerte una pregunta y quiero que me contestes con la verdad ¿entiendes?—. El tipo solo asiente.

—Bien, ¿Quién te envió?—. La duda cruza por su cabeza y no habla, le digo a uno de los hombres que me acerquen una toalla empapada, me la da y se la pongo en la cara, el hombre empieza retorcerse por la falta de aire, pero no le permito respirar.

Espero unos segundos más y le quito la toalla de su rostro, comenzó a dar bocanadas de aire tratando de respirar.

—¿Quién te envió?— le pregunto pero sigue sin hablar, le pido a mi hermano, que también está aquí, que venga y lo hace de inmediato, él es más sádico que yo.

— Hazlo hablar Alessandro—. Le digo. Yo no tengo paciencia para este juego, prefiero matarlo, pero muerto no me sirve y el es mejor torturando y matando, yo dirijo el negocio como nadie más lo haría, perfecto.

Mi hermano se acerca a él y toma un martillo de la mesa, se pasa por todo el cuerpo y luego lo golpea con el martillo en la rodilla, el hueso se oye romperse y el grito de ese hombre parece escucharse por todo Italia.

—Si no hablas haré lo mismo con tu otra rodilla, vamos lo que acabo de decir debe ser buena motivación—. Le dice riendo, el sádico disfruta de lo que hace.

—No, no puedo hablar, va a matar a mi esposa y a mi hija—. Así de fácil el cabrón acaba de darme una razón más para torturarlo.

—Bien, no quieres hablar entonces, mi hombre traerá a tu hija, a ella la tenemos nosotros y yo dejaré que mis hombres hagan lo que quieran con ella—. Le digo advirtiéndole lo que puede suceder si no habla, en realidad no tengo a su hija y tampoco dejaría que mis hombres la abusarán, pero eso parece asustarlo porque comienza a hablar entre quejidos.

—No sé quién era, solo nos contactó un hombre por llamada y nos dio dinero a cambio de provocarle un accidente y dejarle una nota en el lugar—. Me acerco a él y veo la hoja que sobresale de uno de sus bolsos.

La hoja tiene una letra "L" , respiro hondo, otra estúpida notita, este idiota cree que es divertido hacer esto, pero soy más inteligente y voy a resolver quién es.

—Tu teléfono, ¿en dónde está?

—Debió de haberse caído, no lo tengo—.lo reviso y es verdad, no tiene su teléfono, joder tenía esperanza de rastrear el número del que recibió la llamada.

—Mátalo, como quieras pero mátalo—. Le ordeno a mi hermano y salgo del sótano, en la sala sigue mi mamá jugando con Alba algún juego de mesa.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora