CAPÍTULO 10

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ADRIANO

Sigo molesto porque el idiota que nos interrumpió esta muy tranquilo mientras yo tengo una dolorosa erección, se queda viéndome un poco raro, tal vez porque me ve con la respiración un poco irregular el pantalón a medio abrochar y mi cabello desordenado que cae en mi rostro, parece que su cerebro empieza a trabajar porque su boca se abre en una O y de su boca sale un pequeño !oh¡ y !bingo¡ ahora lo sabe.

—!Oh¡, estas ocupado, no lo sabia, puedo venir más tarde si quieres—me dice con su rostro sonrojado por la pena.

—Pasa ya interrumpiste, de todos modos es importante lo que vas a decir, espero y por fin podamos dar con ese hijo de puta— le digo quitándome de la puerta e indicándole con la mano que pase—. Siéntate, quieres un trago— el güero toma asiento en el sofá, mientras asiente con la cabeza.

—!ZAILA¡, Quevedo está aquí, trae los resultados de las huellas, ven rápido— ella grita un sí, me encamino al mini bar que tengo para servirme un trago, lleno el vaso de Quevedo y se lo paso y luego sirvo el mío. Zaila sale de la habitación con una blusa unas tallas mas grandes y unos shorts negros, camina con seguridad hacia nosotros luciendo sus hermosas piernas, se deja caer en un sofá al lado de mi y sube sus pies en mis pernas.

—Aquí estoy, podemos empezar

—Lo que les voy a decir puede que no les guste; en el laboratorio encontraron que las huellas que se encontraban en la hoja no son de una persona, son de un animal, específicamente un cuervo, y la sangre analizada es de un animal también, por que podemos deducir, enviaron a un cuervo adiestrado para que te dejara eso.

Nos da unas hojas donde se encuentran los análisis, joder no puede ser, le doy un golpe a la mesita central y quito con cuidado los pies de Zaila para pararme, paso los dedos de mis manos por mi pelo en señal de frustración, ese puto loco lo tiene todo planeado, me esta haciendo perder la paciencia, quiero encontrarlo y golpearlo por lo que esta haciendo.

—Tal vez podemos checar las cámaras del departamento para saber si alguien te está observando— me aconseja Quevedo, y pensándolo es buena idea, tal vez podremos ver si alguien la está siguiendo.

—Podemos checar las cámaras desde mi celular

Mi pequeña fiera saca su teléfono de una de sus bolsas y se lo entrega a él.

—Por supuesto, ¿Tienes computadora?, ahí podemos conectar tu móvil para ampliar la imagen y tener una mejor vista— me pregunta y asiento, me retiro a mi habitación y tomo mi laptop, tomo un cable auxiliar para conectar los dispositivos y salgo del cuarto.

Se la entrego para que pueda empezar a trabajar, el conecta el teléfono y pone manos a la obra, ingresa al video que grabo la cámara ese día, se puede ver como una persona de de negro, encapuchada esta en la acera de enfrente del departamento, se queda sentado ahí por horas viendo hacia el departamento y en ocasiones revisa o escribe en el celular , hasta que ve salir a Zaila del departamento, alza la cabeza y se queda atento viendo a mi mujer subir a su moto, el se para y parece hacer un ruido porque es cuando el pajarraco aparece y se posa en su brazo, el saca la hoja de una mochila, le pone la hoja con sangre en el el pico y le hace una señal a la puerta del lugar el cuervo vuela y deja caer la carta en el lugar, da un brinquito sobre la hoja y se hecha a volar de regreso con su deño. El tipejo y su pajarraco avanzan por esa misma calle unas dos cuadras hasta doblar en una calle.

—Tienes amigos en la policía ¿verdad?—le pregunto a Quevedo y el asiente pero luce confundido—. Puedes pedir que te dejen ingresar a las cámaras de esa zona, ahora, que si no te lo permiten puedes hackearlas tú.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora