Recordandola a ella

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Draco Malfoy

Estoy en el tren junto a Theo, Zaza y Pansy.

Todo es tan diferente ahora que no está mi Sisy.

Mi hermosa Sisy.

Quien diría que esa chica pequeña con la que choque en en campeonato mundial de quidditch en el año 1994 ahora mismo 1997 seguiría siendo mi novia.

Nunca antes había tenido una novia... me había liado con una que otra pero nada serio. Quería hacer todo con la indicada, Sisy es la indicada.

Miro por la ventana y contemplo el paisaje, ya no me llama la atención.

—Ey.—llama Theo dándome una palmada en la pierna.—aliviánate mi amor.

Sonrió apretando mis labios y entro a la conversación que están teniendo.

El trayecto a Hogwarts fue tranquilo a excepción de que unos mortifagos invadieron el tren por unos minutos.

Idiotas.

Llegamos al castillo y solo me despedí de los chicos, insistieron en que comiera algo, agarre una manzana y la metí en mi túnica.

Entre a la habitación y me tiré en ella.

No contemple siquiera la habitación, si lo hubiera hecho me habría dado cuenta que todo estaba a como lo habíamos dejado.

Hundí mi cara en las sabanas heladas y sentí ese aroma.

Vainilla dulce.

El aroma de ella.

Sonreí y abracé la almohada con la que ella siempre dormía.

Mi hermosa Sisy, te extraño tanto.

4 días después...

Estoy en la mansión de regreso, es fin de semana y tengo que estar en las reuniones de mortifagos, da miedo realmente, ya perdí la cuenta de cuántas personas han muerto en mi casa ya que Voldemort tuvo la grandiosa idea de usar mi casa como su lugar de reuniones.

Bufó viendo mi cabello mojado sobre la cara, me pongo una toalla en la cintura y salgo del baño a mi habitación.

Miro mi cama, si Sirsy estuviera aquí de seguro me miraría perpleja y mordería su labio inferior viendo mi abdomen. Después de eso tendríamos sexo de eso estoy seguro.

Me recosté en la cama aún con la toalla sobre mi cintura, cerré los ojos recordándola a ella.

Su nariz.

Su cabello castaño.

Sus ojos.

Sus pestañas.

Sus cejas delgadas.

Su piel.

Su hermoso y ardiente cuerpo.

No puedo evitar recordar la última vez que tuvimos sexo. El día en que me perdono por dejarla. El día en que un masaje termino en tres o más duras rondas de sexo.

Flashback

¿Si podría ser masajista?.—pregunte mientras masajeaba suavemente su espalda desnuda.

Ella rio.

—Claro que si.

Me incline y dejé besos húmedos en su espalda.

Admire su cuerpo bajo el mío, mi mano cubría casi toda su espalda. Ella no tiene la culpa de ser tan pequeña y yo tan alto.

—Tienes una espalda muy pequeña.

La señorita Karkarov y el joven MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora