11 | Helado de fresa, una cuchara para dos

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Demien

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Demien

—La escuela me va a volver loco —susurro sobando mis sienes.

Tengo enfrente mi examen de Matemáticas, el cual lleva en blanco a excepción del nombre desde que inició la clase.

Llevo un mes sin prestar atención a las clases, así que ya se harán una idea de como estoy en estos momentos.

Golpeo rítmicamente mi converse con los azulejos del piso. Miro el reloj del aula: 12:50 p.m. Diez minutos para que esto acabe y no llevo contestado ni siquiera las partes de las fracciones. ¡Esto se ve en primaria, lo sé! Pero es que tengo una memoria peor que un pez.

Me enfrento de nuevo a la hoja en blanco. Analizo la primera pregunta una y otra, y otra vez tratando de descifrar de que mierdas habla.

Dios, no me abandones ahora.

Tomo aire, sostengo con fuerza mi bolígrafo y comienzo a subrayar respuestas aleatorias. Me voy pregunta por pregunta marcando la respuesta que mi intuición de me dice.

Mejor tener algo que no tener nada.

—Les quedan cinco minutos, jóvenes —indica la profesora.

—¿Le entiendes a algo? —me pregunta Sally en un susurro.

Niega con la cabeza.

—Te dije mil veces que prestaras atención a las clases.

—No lo consideré necesario ¿vale? En la carrera que quiero solo se ocupan las matemáticas básicas. ¿Qué mierda me importa a mí cuando vale la puta "x"?

—Te importa para pasar el examen, taradito.

Sally mira a la profesora y luego mi examen de manera dudosa. Algo trama

—A ver trae —susurra. Toma mi examen y me pone el suyo en mi butaca de manera rápida.

Veo como borra mis respuestas y comienza a responder rápidamente. Yo finjo que estoy escribiendo algo o pensando cuando la profesora me hecha miradas rápidas.

—Toma —mi amiga me devuelve mi hoja y la analizo. Nada de lo que había puesto era lo correcto, ni una sola.

Entonces la campana comienza a sonar.

—Bien chicos, pasen los exámenes de atrás hacia adelante y pueden retirarse. Linda tarde.

Paso mi examen y me cuelgo la mochila a los hombros para salir del aula.

—¡Es que te amo! —le grito a Sally abrazándola—. Mil gracias, me has salvado de una reprobada segura.

—Me debes unos churros.

—Sí, sí, yo te los compro con mucho gusto.

Ella se ríe. Sally siempre ha sido muy buena con las matemáticas. Considerando que quiere ser contadora o arquitecta (la loca aún no se decide).

Hablar a la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora