capítulo 5

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Alma de Dios

Punto de Vista de Izanagi

Ame-no-Nuboko.

Tres simples y comunes palabras.

Juntas formaban la oración "Alabarda Celestial con Joyas"

La lanza con la que Izanami y yo creamos el universo.

Fue hace tantos billones de eones atrás… y lo recuerdo como si hubiera sido ayer.

Despues de que el Sukai (Paraíso) fuera atacado por los demonios del Yomi, todo el reino estaba destruido, lentamente comenzamos a reconstruirlo, muchos me decían que gracias a mi la reconstrucción iba de maravilla, otros me alababan por haber detenido a la mayoría, si no es que a todos, los demonios que atacaron nuestro hogar e incluso vencer al más poderoso de todos como si de una hormiga se tratase.

No voy a mentir, fue hilarante ver a Izanami celosa cuando diosas como Ame no Uzume quisieron "agradecerle" a su "salvador"… es decir; yo.

Pero para contentarla salimos un par de veces, recuerdo que en una ocasión el consejo Kotoamatsukami llamo a Izanami en medio de nuestra cita. Me extrañe bastante cuando Izanami volvió y me pregunto si no estaba cansado. Curiosamente desde que desperté el Noryokugan en ese entonces nunca me canso. Pero como era Izanami la que me pidió descansar no me negué y me acosté en sus piernas.

Luego, por alguna razón, sentí como me arrancaban un cabello… dos veces.

Tiempo despues entendí que Izanami había sido la que los había arrancado.

Entre más energía tiene un objeto, más materia se puede crear de ella.

Uno solo de mis cabellos fue suficiente para crear la lanza de Ame-no-Nuboko… y a partir de ella crear billones más.

Ame-no-Nuboko fue creada a partir de mi energía, lo unico capaz de herir mi cuerpo era yo mismo.

La lanza es lo unico que me puede dañar además de una fuerza igual que la mía. Lo cual no existe.

Con esa lanza, Izanami y yo creamos el universo.

Con esa lanza, los Kotoamatsukami me condenaron.

Con esa lanza, todo comenzó.

Con esa lanza, todo termino.

Pero no voy a dejar que eso vuelva a pasar.

No va a volver a pasar.

Punto de Vista Omnisciente

Dolor, mucho, mucho dolor era lo que sentía Izanagi actualmente.

Una incontable cantidad de lanzas fueron clavadas en todo su cuerpo.

Manos, codos, brazos, hombros, pecho, estomago, piernas, incluso su boca y cabeza estaban siendo atravesadas por la lanza.

Sangre a borbotones salía de todas las partes que fueron atravesadas por las lanzas, al punto que el suelo debajo suyo se bañaba de rojo.

Este es el castigo por tus actos Izanagi.

Este comenzó a tambalearse levemente, tanto por el dolor en su cuerpo como por el peso de las lanzas que le dificultaban el equilibrarse… pero de un segundo a otro… sonrió.

Tenía mejilla a mejilla atravesadas junto con la mandíbula, y aun así sonreía—Je… jejeje.

La risa leve y divertida del Dios Más Fuerte no pudo evitar el escalofrió en todas las columnas de los presentes.

Naruto Okami: El Legado de los Dioses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora