capítulo 8

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El Inhibidor

Una princesa de una tierra azolada por la mano de un demonio que conoce todos los secretos del mundo, el Renacer despierta.

Un hijo de los árboles olvidado y abandonado, reencarnación del maestro del que le dio vida a todo, la Voluntad despierta.

La guerrera sin hogar que recuperara el amor que había perdido. Falleciendo contra el padre de todos los males, el Amor despierta… pero perece.

Un olvidado, un despreciado, un farsante, aquel que murió como un humano y renació como un Dios, callo como un mortal pero resurgió de sus cenizas, más fuerte que nunca, nace el Nuevo Dios de Todo

Apenas tenía 13 años, y ya había tenido que regresar a las naciones elementales para algo muy importante.

Matar.

Izanagi lo había hecho entrenar bastante en los últimos meses, y a pesar de ello había algo que tenía que hacer antes de seguir su entrenamiento.

Asesinar.

Para los Dioses, estaba estrictamente prohibido el lastimar a un ser vivo, pero Naruto no era un Dios, y por ende, el único problema que tenía era el ser un niño.

La cosa fue simple, tanto que le daba algo de nauseas. Un pequeño contingente de bandidos secuestraron a varias personas de Kusa no Kuni (País de la Hierva) e Izanagi le dio la orden de ir a matarlos y salvar a los prisioneros.

Era un plan simple de hacer, e igual de simple de fallar… y así lo hizo.

Fallo rotundamente.

Lo habían logrado capturar después de que hirió —más no mato— a por lo menos siete de ellos.

No les había importado que era un mocoso de 13 años, lo torturaron por dos hora y media.

En el presente, las cicatrices en su pecho y espalda, junto con un ocasional dolor en su pierna derecha le llegaban a la mente de vez en cuando.

Después de las 2 horas y media en la que lo usaron como tiro al blanco de cuchillos, logro liberarse usando su Control de las Tormentas y haciendo que una fuerte tormenta los arrastrase a todos.

Y por todos, era todos.

Despertó al día siguiente, sangrando, justo enfrente del cadáver de un hombre de 26 años con una expresión de horror en su cara.

Cuando miro a su alrededor, noto todos los cadáveres a su alrededor, tanto de los bandidos como de los prisioneros.

No recordaba como se sintió, o si lloro sus muertes o si simplemente se rio de ellos.

Solo recordaba dos cosas que esa imagen se quedo impregnada en su mente para lo que le quedaba de vida, y que camino hasta llegar a Kusa, llego a un Alberge, y en el Alberge había un bar, y en el bar había alcohol.

Si, había ido a beber con 13 años.

Tuvo que pasar a 2 enormes tipos corpulentos para entrar, y de repente se dio cuenta que, simplemente, era un mocoso rodeado de una enorme cantidad de hombres borrachos, pero luego, al cabo de unos segundos, se dio cuenta que a nadie le importaba.

Discutió unos segundos con el tabernero antes de que este le diera una bebida, y luego otra… y luego otra después de esa, le había quitado el dinero que los bandidos llevaban así que no se tenía que preocupar.

Naruto Okami: El Legado de los Dioses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora