Trece

40 2 0
                                    

||Kaj||

Se veían realmente sorprendidos de tenerme ahí enfrente, como si no se lo esperaban. Y tal vez era verdad. Nadie nunca se lo espera, sólo llega.

Y se va tan rápido, como si lo anterior hubiera sido una simple alucinación o un sueño.

Mi cabello estaba cubriendo mi cara, así que era muy difícil ver sus expresiones faciales, pero sé de sobra que el miedo habitaba en sus ojos, acompañado también de la inconfundible curiosidad.
Sonreí.

-No son de por aquí, y eso se nota. Parece que se han perdido. Permitanme guiarlos. -Deben de creer que soy una torpe por mi ingles tan básico, pero no había salido mucho de nuestro pueblo, y realmente se me dificultaba mucho esto de aprender nuevos idiomas.

Uno de los gemelos se acercó a mí, no pude diferenciar cuál de los dos, pero me sonrió como si yo no fuera una completa extraña mientras extendía su mano para que yo la tomara.

-Ty, vuelve aquí -el otro me miraba con los ojos bien abiertos; su mirada iba de su hermano a mí y así hasta que alguien más reaccionó y jaló de Ty, quien ya se encontraba a unos pasos de mí.

-¿Elazael? -preguntó.

Negué con la cabeza lentamente; el gemelo frunció el ceño antes de alejarse de golpe y volver con el grupo.

Parecían aterrados pero dispuestos a adentrarse en mihogar. E iba a permitírselos.

Me giré y comencé a caminar lentamente, esperaba escuchar los pasos a mi espalda, pero al no percibir el sonido me detuve.

No había rastro de los chicos. ¿Se acobardaron tan rápido?

Entonces los olí.

Estaban escondidos entre los arbustos, intentando engañarme. Pero les fue inútil; sin embargo, por divertirme un poco, seguí caminando, como si nada hubiera pasado, intentando parecer triste por su repentina partida.

El ruido de los arbustos me seguían, como si se refugiaran en mis oídos y los acariciaran.

En un momento dado, el camino de tierra que atravesaba por el bosque se fue haciendo cada vez más grande, hasta que se convirtió en un gran circulo semivacío; dentro de éste se alzaba impotente la ciudad de Chernónbil, rodeada de unos cuantos árboles desnudos.

Los muros de la ciudad tenían sombras que habían sudo pintadas para simular que aquí aún existía un poco de vida.

Algunas sombras se movieron. Ésas no estaban pintadas.

Comprendí, que el tiempo se me estaba agotando, así que decidí girarme y observar como los chicos salían de sus escondites para mirar con más detalle los edificios.

Uno de los gemelos se giró a mirarme.

-Guys -dijo muy lentamente -, run.

Todos miraron al joven y luego a mí, quedándose helados. Bien. Me coloqué en posición, no dejaría que se fueran.

Mikaela y Tabith salieron del bosque y se colocaron a mis lados, bloqueando.

-Shit -dijo un chico de ojos miel, abrazando a una chica delgada.

Mikaela se rió.

-Ha dicho una mala palabra.

Volqué los ojos con fastidio y a la vez diversión, ¿qué pasaba con esta chiquilla? No teníamos tiempo para ponernos a reprender a la comida (persona, adolescente, joven, lo siento) o reírnos por su falta e educación, sino para guiarlos hacia el viejo hotel en el que, posiblemente, verían por última vez la luz del sol.

-Venga, hay que llevarlos.

Dicho esto, nos movemos hacia ellos para hacerlos retroceder, hasta que se adentran en la ciudad. Aquí es cuando los dos niños corren en dirección a los jóvenes y estos huyen despaboridos, buscando algún lugar donde esconderse, pero no hay ninguno, así que corren a la izquierda, en dirección al viejo y destartalado hotel.

Eso nos ahorra tiempo y trabajo.

Seguimos corriendo, sin sentir las rocas debajo de nuestros muertos pies. El viento se estampa contra mi cara, revolviendo mi cabello más de lo que ya está y me lo hecha sobre los ojos, dificultándome la visión.

No miro el primer escalón de la entrada del hotel, así que caigo al suelo y me pego el torso con los demás escalones.

Años atrás, eso me hubiera dolido como mil demonios, mi padre hubiera corrido a levantarme, mientras mamá limpiaba mis lágrimas y mi hermano se reía de mí; realmente los extrañaba un montón, y quería volver el tiempo atrás, para pasar el rato con ellos.

-¡Kaj! -el grito me vuelve a la realidad. Es Tabith.

Los jóvenes intentan seguir subiendo, pero uno se ha caído: el gemelo de ojos tristes.

-¡TY! -grita el otro, pero le es imposible ayudarlo, todos lo jalan hacia arriba y le dicen que debe dejarlo y que siga subiendo o morirá. Que eso no hubiera querido su hermano -¡Ty, levántate!

El chico intenta soltarse, pero son muchos contra uno, y terminana jalándolo escaleras arriba, dejando su hermano solo, tirado sobre las escaleras y con dos buitres, Mika y Tabith, sobre él.

-No -digo con autoridad.

Un plan comienza a realizarse en mi mente, un plan para salvar al joven caído y a su hermano. Pero para llevarlo acabo debo apurarme, ser más rápida que Mikaela y Tabith, ¡y que los demás!

Me armo de valor y subo corriendo las escaleras con la velocidad que mi cuerpo me permite, esquivando al chico y llevándome a los dos niños en el camino; no debo dejarlos aquí.

Veo el sol cada vez más cerca, escucho como la puerta se abre de un golpe y las risas de los chicos al pensar que están a salvo.

Entonces se hace en silencio.

Cuando llego, Jefe, Lin y Togha ya han formado un círculo en torno a los invitados; nos hacen espacio.

Los chicos me miran específicamente a mí.

Claro, yo los he traído hasta acá.

-¡Pero miren nada más! -exclamó feliz Jefe, que se encontraba justo a mi lado -Te hemos pedido comida para un día y nos has traído para todo un mes; esa es mi chica. -Me revuelve el cabello.

Lo hace con gesto cariñoso y protector, como un padre lo haría. Pero no me gusta, porque no es mi padre, y siento unas ganas enormes de aportar su mano y decirle que me deje en paz.

Pero no lo hago. Eso levantaría sospechas.

Sonrio como si estuviera feliz y asiento.

-Bien, ¿quién primero?

-Yo creo que Kaj, ella se arriesgó y salió del pueblo. -Lin se mira las uñas.

Está esperando que ceda mi oportunidad.

-Yo creo -me quema la garganta, esto va en contra de mis principios, pero debo hacerlo- que Lin debe hacerlo. Es la mas indicada. Siempre está cuidándonos como si fuera nuestra madre. Se lo merece.

-Sí, me lo merezco.

Dicho esto, se inclina hacia delante y toma a la chica que antes había creído que era hermosa.

Radiactivo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora