13. Avani

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Payton

Caminé por toda la habitación. Me sentía nervioso y un poco feliz. ¡Dios! Si fuera realidad lo que podrá suceder, seré el chico más feliz.

Una sonrisa se presenciaba en mi rostro al imaginarme a ella, sonriendo, riendo, bailando, su cuerpo, su desnudo y delicado cuerpo acercándose a mí, dejando besos en mi desnudo cuerpo. Los dos, los dos haciendo el amor enfrente de la bella luna, en una suave nube. ¿Ella podrá imaginar eso? ¿Los dos llenos de amor? Los dos enamorados. Amaba como su bello rostro encajaba tan malditamente bien en mi cuello. Su respiración la podía sentir y me tranquilizaba, me tranquilizaba saber que estaba conmigo.

—Príncipe Payton. —Mi escolta me llamó. Los tres entraron al salón, con sus clásicas armaduras que se colocaban para dar un aspecto tenebroso y por la seguridad.

Caminé hacia ellos, necesitaba escuchar que por fin la encontraron. Me mataba no poder hacer nada, me sentía frustrado al no tenerla, su amor lo perdí después de aquel problema. Lloraba casi todas las noches al recordar su sonrisa y su risa sonar, sus acciones aniñados que me hacían reír, su torpeza. Necesitaba mi droga.

—¿Le encontraron? —Pregunté, casi emocionado, meses en busca de ella, podría ser real. Podría encontrarla.

—Sí.

Una grande emoción pasó por todo mi cuerpo, sonreí, mi corazón dio un salto, un increíble salto. Mi corazón se sintió sanado por aquella pregunta. Fingí no tener tanta emoción, pero ellos ya me conocían.

—Entonces, hoy en la medianoche tomaremos un viaja hacia reino unido. —Decidí, ya cerrando mi puerta. Antes de hacerlo, dije. —Gracias, gracias por su grande ayuda. —ellos sonrieron sin mostrar sus dientes y desaparecieron de mi vista.

Cerré con seguro mi habitación, y decidí saltar en la cama. ¡Dios! Espero que sea real, espero que esa noticia sea real. No podía imaginarla tenerla a mi lado, besarla, tocarla, decirle lo tanto que la amo. Amaba a esa bella morena, a aquella plebeya que hizo que mi corazón ponga su mirada en ella.

La amo, y ella sabe que la amo. Nos amábamos.

...

—Entonces, hoy te vas. —Mencionó mi hermano mayor, Josh. Intercambiamos el cigarrillo.

—Sí, y necesito que me ayudes en mentirle a todos que me iré por una emergencia o algo parecido. —Contesté dándole una gran calada.

En estos momentos solo podía apoyarme en Josh. Mis dos hermanos, actuaban raro, como si alguien estaría detrás de ellos. Su mirada no era honesta, y no podía actuar no tan raros. Observaba como Charlotte miraba a Griffin y después a Bryce, como si en ellos tres pasará algo. Vinnie miraba a la reina y después a Dixie y Quinton, a veces miraba a Jaden y no tan bien como digamos, pareciera como si quisiera matarlo.

—¿Tú crees que es verdad que sea ella? —Preguntó mi hermano, dejando que me desconcentre en mi lectura.

Estaba leyendo un libro de lenguaje corporal, digamos que me encanta la psicología, pero nadie o casi nadie se da cuenta y por algo es bueno. Si alguien llega a enterarse probablemente nunca más me mire a los ojos y más por mis hermanos, ya no podría analizar cada acción que ellos hacían.

—No lo sé, por eso iré a comprobar. —Contesté mirando a mi rubio hermano. Él asintió y seguía dándole una calada al cigarrillo.

¿Ella podrá imaginar? ¿Podrá imaginar que yo por fin la encuentre?

Espero que sea ella, sabía que no podía ilusionarme como la primera vez que la vi, pero era imposible cuando miras sus ojos y sientes que alguien derrumbo ese muro que tú construiste, fue justo a tu corazón y lo envolvió en su perfume.

𝑳𝒂 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝑪𝒂𝒏𝒂𝒅á ―Jaden Hossler―Donde viven las historias. Descúbrelo ahora