6. Te Amé

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Llegamos a la vivienda de la familia Lewis. Anthony dormía en mi hombro, mientras que yo contaba a todos los caballos que estaban en el pequeño establo que se encontraba detrás de la vivienda blanca.

Las paredes daban un toque rustico a la vivienda blanca. Sus tejados eran marrones chocolate, todos colores mates dándome una pequeña emoción que todo esto va a salir como yo quiero. Había pequeños balcones en el segundo piso y tercero.

—Esto será hermoso. —Susurré para mis adentros. Anthony se despierta y deja un beso en mi cachete.

Los dos salimos del carruaje y empezamos a caminar por todo el pasto verdoso. Los demás se encontraban ya adentro. Nosotros nos habíamos demorado porque Anthony había vomitado en el viaje y yo salí para ayudarlo.

—Es ese el afeminado. —Los dos escuchamos los susurros que los empleados hacían dirigiéndose hacia él.

El pelinegro apretó mi mano y me jaló con suavidad hacia adentro. Aumentó la velocidad de sus pasos mientras con su pulgar formaba un circulo en mi mano. Estaba molesto. Nervioso. Disgustado. Incomodo.

—Lady Charlotte, es un gusto tenerla en nuestra humilde vivienda. —Se acercó una rubia. Ella tenía algunas cualidades físicas iguales que la señorita Madison. Me hizo pensar que es su madre por la vejez que demuestra físicamente.

Las arrugas le seguían en toda su cara. Sus manos maltratadas, sus cachetes rojos de vergüenza, su cabello rubio con puntas abiertas, y arreglado. Era alta, dando una brisa de intimidad.

—Al contrario, Reino Unido y yo le damos las gracias por aceptarme en su hermosa y rustica vivienda. —Le mostré una sonrisa, ella asiente y hace una reverencia.

Unos hombres vestidos de negro nos guían hacia nuestras respectivas habitaciones.

—Esta es habitación de nuestro rey y reina. Si el rey y la reina quieren, ya pueden entrar. —Ellos dos asintieron y entraron. —Este es una habitación de regalo para los recién casados. El príncipe de Canadá Jaden y para nuestra nueva princesa Charlotte.

Jaden y yo entramos. Nos quedamos viendo la cama, para después él agarrarme de la cintura y pegar nuestros labios, formando un lujurioso beso.

No lo entendía, no me había dirigido la palabra desde la noche anterior, solo me besaba o me tocaba, pero no me decía completamente nada.

Terminé el beso lujurioso. Quería hablar con él, me sentía rara cuando me besaba, las preguntas que tengo en mi cabeza querían salir. Porque honestamente me siento una ramera a su lado. Solo beso, toques y ninguna palabra.

—Quiero hablar contigo, príncipe Jaden.

—¿De qué? —Preguntó todavía con sus manos en mi cintura, haciendo un vaivén de arriba abajo.

—De todo. No entiendo porque me tocas y me besas para después no decirme nada. No me dices nada, no me miras, y cuando me besas es rudo y no cariñoso, cuando me tocas es solo para tener relaciones, cuando me hablas es para solo ir a un sitio estar los dos y ¡besarnos! Y todo es ha pasado hace horas y en realidad me siento cansada de no entenderte. No somos como lo fuimos antes.

Mis lágrimas bajan haciéndome sentirme más indefensa al lado de Jaden. Él mantenía una leve sonrisa con burlonería y a la vez una sonrisa sincera. No lo conocía un 100% pero sí conocía sus sonrisas, miradas, toques, su voz. Estaba completamente enamorada de él, y no sé cómo sucedió si en realidad esto es una farsa completa.

—No somos como antes, porque no te conocía. Pensé, pensé que te conocía. Pensé que sabía tus miradas, o tu mente. Pensé que me sabía tus respuestas, decisiones y acciones. Pero en realidad hay que ser honestos, me mentiste, me engañaste y no confiaste en mí. Me sentí una porquería por tu maldita culpa, Charlotte. Y no. No vamos a ser como antes porque lo que hiciste fue arruinar mi familia y rompiste mi corazón, Charlotte.

𝑳𝒂 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝑪𝒂𝒏𝒂𝒅á ―Jaden Hossler―Donde viven las historias. Descúbrelo ahora