Disgusto

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—Eres idéntica a tu abuelo. Es como volver a escucharlo. Si tú mamá no se molesta, me gustaría que me visites más a menudo. 

—Ella no es de enojarse fácilmente. Además, yo tengo el derecho de elegir a mis amistades. No es como que esté haciendo algo malo con reunirme con usted, ¿o sí? 

—No lo creo. 

—Entonces no se diga más. 

Dependiendo de cuan ajetreada era mi semana, lo visitaba como mínimo dos veces. Era difícil organizarme, escogiendo días en específico, por lo que a él no le estuvo mal que fueran los días que estuviera libre de asignaturas u obligaciones. Aunque a veces coincido con sus días de trabajo y debemos cancelar.  

No sé qué me sucede, pero me siento muy eufórica esos días que tengo en plan visitarlo. Llevamos varios meses viéndonos, pero todo el tiempo me ocurre lo mismo, me invade una sensación extraña en el estómago. Mis salidas con amigas las he dejado a un lado para encontrarme con él. Mi mejor amiga me apoya en esa amistad que tengo con Bayron, mientras que las demás no hacen otra cosa que atacarme con indirectas de que las tengo abandonadas. 

La verdad es que la paso bien estando en su compañía y conversando de diversos temas. Siento que lo he ido conociendo poco a poco, aunque aún no hay la suficiente confianza de su parte como para quitarse la máscara. Tampoco pienso forzarlo a que lo haga si no quiere. 

Mi abuelo no se equivocó; Bayron es un hombre muy bueno e interesante. Me ha contado anécdotas de su trabajo, todo lo que ha vivido desde ese incidente que marcó su vida. Sentí tanta impotencia al escuchar todo lo que ha tenido que enfrentar por seres llenos de maldad. 

Nuestra amistad no había salido de las cuatro paredes de su casa, por lo que le invité a hacer algo distinto en la tarde de hoy. Solía ir con mi abuelo en kayak a pescar algunos domingos. Es la primera vez que vengo con alguien más, pero la idea para mí fue emocionante. Cada día me siento más intrigada en conocer más sobre él. 

Recorrimos el local escogiendo cuál era el más adecuado, y llenando la información para rentarlo. La mirada de la gente encima me tenía algo incómoda, pero no más que la habladuría. Mi paciencia fue puesta a prueba, pero se agotó justo cuando llegamos al puerto, pues dos señoras venían detrás de nosotros, ambas con dos latas de cerveza en la mano. No dejaban de mirar hacia nosotros y de hacer comentarios fuera de lugar con respecto a su máscara. Incluso le llamó «ridículo». 

Bayron no había dicho una sola palabra, supuse que para él ese tipo de comentarios ya se han vuelto costumbre y por eso los ignora, pero desde el fondo de mi corazón, no estaba dispuesta a permitir que eso sucediera ante mis narices. 

—Es increíble, ¿no crees, Bayron? — dije en voz alta con toda la mala intención del mundo—. Aún no ha llegado la noche de las brujas, y ya hay dos o tres a plena luz del día por ahí ensayando. Hay que tener mucho talento y pulso para maquillarse y verse tan realistas, pero sobre todo, valor de atreverse a salir de la casa.  

Las señoras se me quedaron viendo por unos cortos segundos y entre murmullos y miradas disgustadas se alejaron de nosotros. 

—No tenías que llegar a esto, Abril. Todo está bien. 

—Si para ti está bien, pues para mí no. Olvidemos lo que pasó, ¿sí? 

—¿Qué es eso que vienes cargando? 

—No se supone que estés expuesto a los rayos del sol, así que decidí inventar una especie de sombrilla casera, te cubrirá de los rayos del sol. 

Por primera vez lo escuché reír y tuve la sensación de que mi corazón se saltó un latido. Por un momento sentí el deseo de verlo reír, pero sin la máscara.

Prometo Amarte [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora