Te extrañé

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—De tal palo tal astilla. Esta niña ha copiado la misma conducta tuya, Elizabeth. A decir verdad, no la culpo. Eso fue lo que aprendió, no se puede esperar más. Esa misma actitud es la que espantó a tu exmarido, por eso decidió desaparecer del mapa.

Esas palabras no fueron dirigidas a mí, pero me dolió como si lo hubieran sido.

—Por esa misma razón nunca te has casado y hasta el sol de hoy sigues soltera. ¿Quién podría soportar una lengua viperina como la tuya? Mejor quédate de perezosa viendo novelas, que eso se te da genial.

Su amarga expresión me sirvió para bajar la tensión. Especialmente por haberla visto subir de nuevo las escaleras resonando sus viejas sandalias.

—Mi niña, no tenías que responderle. Lo mejor hubiera sido ignorarla.

—No pienso quedarme callada ante nada ni nadie. Si lo permito una vez, lo tomará de costumbre.

Durante el día, estuve ansiosa de que llegara la tarde. Byron no puso objeción en venir, de hecho, aceptó de inmediato sin importar los arreglos que tuvo que hacer en el trabajo. Aún estoy en un viaje con todo lo que me dijo mi mamá. Solo espero que realmente haya hablado en serio, y no intente decir o hacer algo contra Byron, o eso sí no se lo perdonaría nunca.

Quise preparar la cena para sorprenderlo con su plato favorito como lo es el fricasé de pollo con arroz blanco y amarillos fritos. Conseguí en mi armario un traje que hace años mi abuelo me regaló y nunca antes me lo había puesto, pero afortunadamente me sirvió y considero que esta era la mejor ocasión para usarlo. Es la segunda vez que Byron me verá con un traje y solo me trae recuerdos de esa noche que estuvimos juntos, aunque no duré mucho tiempo con el puesto. Acaricié mis labios al recordar cada detalle de esa noche y sonreí frente al espejo. Quisiera que vuelva a repetirse. 

Escuché el timbre y bajé las escaleras corriendo para abrirle. Cuando llegué a la puerta recordé que no me había puesto los zapatos, pero fue muy tarde, pues ya me había visto sin ellos. Todo gracias al afán, los nervios y ganas de verlo.

No sé si es producto de extrañarlo tanto, pero el corazón se me quería salir por la boca. Llevábamos solo cuatro días sin vernos, es solo que para mí fue como una eternidad. Su agradable perfume me trae muchos recuerdos. Se veía muy atractivo con la camisa negra manga larga, con ellas subidas hasta los codos y un pantalón mahón. Se podía ver la línea de tatuajes que tiene en ambos brazos, aunque no se ve dónde terminan, sé perfectamente dónde es. Traía consigo dos arreglos de flores con diversas rosas de distintos colores.

Antes de que pudiese pronunciar palabra alguna, lo abracé y correspondió mi abrazo de inmediato. Esta calidez y estos brazos era lo que tanto me hacía falta. No quería soltarlo, pero sabía que debía hacerlo.

—Te ves muy hermosa — recorrió mi cuerpo entero, y di una vuelta para mostrárselo.

—Tú también. Digo, te ves hermoso. Te extrañé mucho.

—Yo también lo he hecho, y no sabes cuánto— me extendió un ramo de flores, sin apartar todavía la mirada de mí—. Estas flores se quedan cortas al lado de tu belleza.

—Si sigues diciendo esas cosas y mirándome así yo… — mi corazón bombeó frenéticamente.

—¿No te gusta?

—Me encanta… — descansé mis dos manos en sus hombros y me puse en puntillas para alcanzarlo y alimentar esa necesidad de sus labios que carcomía mi ser.

Somos novios, no pienso contenerme por nada del mundo, ni siquiera por la presencia de mi mamá en la sala.

Prometo Amarte [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora