Interrupción

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De mi garganta se escapó un extraño gemido bajo la intensidad de ese beso y él se detuvo. Su respiración se encontraba igual de agitada que la mía.

—Lo siento — movió mi cuerpo hacia el lado contrario, obligándome a darle la espalda. 

Tenía muchas preguntas rondando mi cabeza, pero no sé por qué sentí que no iba a responderlas ahora. Estamos en la misma cama, tan cerca y a la vez tan lejos en comparación de hace un momento. ¿Qué pasó? ¿Por qué se detuvo? ¿Por qué se disculpó? ¿Acaso se arrepiente? ¿Acaso no le gustó? ¿Acaso hice algo mal? ¿Será que no sintió lo mismo que yo experimenté? 

Por un momento me convertí en esclava de mi propia mente, por esa ola de pensamientos e inseguridades que solo me mortificaban y me hacían sentir peor. Todo se desvaneció como por arte de magia, cuando sentí su mano descansar al costado de mi cintura y el roce de su cuerpo en mi espalda. Es la primera vez que estamos así. Que calor tan agradable.

—Es muy pronto. No quiero que pienses que mis intenciones contigo son turbias. No me malinterpretes, me gustó mucho lo que acaba de pasar, pero a la misma vez, tengo temor de que lo que hemos construido por estos meses, refiriéndome a la confianza y el cariño, se pierda por haber hecho esto. 

—No pasará, créeme. Gracias por aclararlo. Ahora me siento más tranquila — sonreí, acomodando mi cabeza en su antebrazo. 

Me gusta su honestidad, es una de las tantas cosas que me gustan de él. Al menos, todas mis dudas fueron aclaradas.

Jamás había dormido tan cómoda y plácidamente. Me sentía tan protegida entre sus brazos que no tuve pesadillas, más bien un sinnúmero de sueños coloridos. Me gustaría que se volviera a repetir, aunque tal vez es mucho pedir.

Durante la semana lo estuve visitando como de costumbre. Aunque no se ha repetido, no puedo sacar ese beso de mi cabeza. No sé si a él le ocurrirá lo mismo. Cada vez que pienso en ello, vuelvo a experimentar las mismas emociones de esa noche. No voy a mentir, pensé que las cosas entre los dos se volverían incómodas luego de lo sucedido, pero por fortuna, ese no ha sido el caso. 

Hoy vine a visitarlo, y como está mejor de salud, decidí traer los ingredientes para hornear unos cupcakes. Él estaba interesado en aprender, por lo que tenía en planes enseñarle cómo se hacen. Compré una pareja de delantales, el cual creí que el suyo le serviría a la perfección, pero le quedaba muy pequeño. Es como si fuera una prenda de ropa más. Se ajustaba a su firme torso y, aunque le desajuste el lazo, eso no hacía la diferencia. Me dio ternura verlo con el puesto. 

—Creo que deberás quitártelo. Debes sentirte muy incómodo. 

—No. Me quedaré con el. Pareciera que voy a participar en un concurso de disfraces. 

—Te ves muy tierno. El color azul te queda lindo. 

—Si te gusta, entonces con más razón debo quedarme con el puesto. El tuyo parece un traje. Te ves muy linda. 

—¿T-te parece?

—Sí — contestó sin titubear. 

—G-gracias. 

Su acercamiento de repente me dejó a la expectativa. Mi cuerpo fue acorralado por sus dos brazos a ambos lados y descansando en la encimera. Cruzamos miradas y humedezco mis labios instintivamente. Por mi mente solo se cruzaba ese beso que nos dimos hace tantas noches atrás, pero que parece que ha pasado una eternidad. Tuve la impresión de que él estaba controlándose, tal vez eso fue lo que me ayudó a tener la suficiente valentía como para acariciar su mejilla y levantarme en puntillas para alcanzarlo. Su mirada descendió a mis labios y noté cómo mordió brevemente los suyos. Lo que nos detuvo fue el toque en la puerta y me reproché a mí misma el no haber actuado antes.  

—¿Esperabas visita? 

—No, no esperaba a nadie. 

Él dudó por unos instantes en ir a la puerta, pero la insistencia era más que notoria por el toque constante. ¿Quién viene a una casa a tocar la puerta de esa forma tan escandalosa? No hay respeto.  

Bayron se vio en la obligación de abrir, y alcancé a ver al hombre del otro día, pero estaba acompañado de una señora bastante mayor, quien estaba caminando con ayuda de un bastón. 

—¿Por qué has traído a mi madre aquí? ¿No ves que le cuesta mucho caminar? 

—Ella insistió en venir. De lo contrario, jamás vendría a esta pocilga. 

¿Hay necesidad de ser tan grosero? 

Prometo Amarte [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora