Joven lobito travieso.

800 72 51
                                    


— Te seré sincero, enano. —Pronunció Theo tras aclararse la voz mientras me miraba con la cabeza ladeada— Que me comporte bien contigo porque claramente siento una fuerte atracción afectivo-sexual hacia ti, no significa que vaya a ser igual con la demás gente. 

Observé a este agarrar seguidamente la enorme hamburguesa que había pedido y darle el mordisco más grande que había visto en mi corta vida. 

— ¿Y me dices esto debido a? 

Tras mi pregunta, este tragó aquel bocado y soltó la hamburguesa, agarrando la servilleta para limpiarse los labios, y seguidamente las manos. 

— Te lo comento, por que ahora que accedes a salir conmigo, no quiero que te sorprendas si le parto el cuello a alguien en tu presencia. 

He de reconocer que tuve que contener mis ganas de reír al escucharlo. 

— Primero, acceder, no es lo mismo que tener que venir por que mi madre y tu tenéis las mismas ganas de chincharme. Y segundo, verte comer así, me está dando un poco de... ¿asco?

Theo alzó una de sus cejas y sonrió.

— Pues a mi me fascinaría ver como me comes. —Agregó a la conversación tras exagerar una sonrisa—.

Rodé los ojos al escuchar aquello y me dispuse a comer mi hamburguesa.

— Eso es, justo así. Esa es la carita que quiero ver precisamente. —Susurró mientras me miraba, fingiendo claramente la voz de calenturiento antes de morderse el labio—.

Decidí seguirle el rollo mientras bajo la mesa, alzaba mi pierna lentamente, y cuando estaba lo suficientemente alta, mientras daba otro bocado ante su atenta mirada, la dejé caer de golpe sobre su entrepierna, golpeándolo en aquella zona con mi talón. 

Su reacción no se hizo esperar, obviamente. Se retorció ahogando un grito para mirarme al segundo y poco de haber hecho aquello.

— ¿Así de sucio te gusta jugar? —Preguntó todavía recomponiendose— Yo que tu pensaría en que debo llevarte a casa... Puede que acabes... volviendo a casa andando. Desnudo. Muy desnudo. 

— Y tú puede que termines con las pelotas incrustadas ahí abajo. —Respondí a su ataque sonriente, claramente había ganado.— Decías que te gustaría verme comiéndote por que te fascinaría. A mi me ha fascinado hacer eso y ver tu cara. 

Theo me miró unos segundos, y se echó a reír. 

— Estás empezando una guerra que no puedes ganar, cachorrito. 

Encogí mis hombros agarrando la hamburguesa de nuevo, y me dediqué a comer antes de responderle. 

— Bueno, aunque te cueste creerlo, si te he golpeado una vez, puedo hacerlo las veces que quiera. 

— ¿Eso crees? —Preguntó alzando sus cejas, mientras se alzaba para acercarse, quedando la mesa entre nosotros, pues al ver aquello, yo me levanté de la misma manera—.

— Estoy seguro de ello. 

Tras mis palabras acortó la poca distancia que había entre nosotros y me robó un beso.

— Me parece estupendo, mi amor. —Agregó Theo alzando un poco la voz—.

Iba a abrir la boca para responder, pero la música invadió el lugar. Sentía la mirada de todo el restaurante clavándose en nosotros. En mi. Detrás, hombres cantando canciones en español, y delante Theo mirándome fijamente mientras torcía la cabeza y alzaba las cejas cruzado de brazos. Segundo más tarde en los que lo miraba, me hizo leer sus labios. 

— Yo siempre gano. 

Mi rostro se enrojecía por momentos, mientras aquella gente seguía cantando, llegando al punto en que decidí taparme la cara deseando que aquello terminara.

Pasaron minutos hasta que todo aquello terminó, pues todo el restaurante aplaudió cuando se callaron. Imagino que por el simple hecho de que aquello cesara, obviamente. 

No contento con haberme hecho pasar uno de los peores momentos de mi vida, Theo se levantó y dio propina a aquella gente. Yo alcé la mano buscando desesperadamente la atención de uno de los camareros del lugar, hasta que uno de ellos se acercó. 

— ¿Puedes ponerme esto para llevar? 

Theo se sorprendió al escucharme, y pidió lo mismo. 

— No no, tu come aquí. Yo me voy a casa. —Agregué al escucharlo, una vez el camarero ya se había llevado el plato con mi hamburguesa— Puedes pedir que te canten una de desamor. 

—¿No te han gustado los mariachis? —Preguntó Theo, claramente riéndose.— Ha sido genial. 

— Que te jodan. Que te jodan mucho. 

— Vaya. Al pequeño Liam no le gustan los mariachis. Lo apuntaré.

Al escucharlo, ingenuo de mi... 

— ¿Lo apuntarás?

— Sí. En mi libreta de cosas que me importan una puta mierda. —Respondió mientras me miraba fijamente.— Si eres lo suficientemente valiente para golpear a alguien, eres lo suficientemente valiente para aguantar lo que venga después. Pero lo de irse molesto, en fin. 

Al tener cero ganas de discutir, saqué la cartera y lancé sobre la mesa un puñado de dólares. 

— Disfruta de lo que queda de "cita" —Me encargue de que aquellas palabras le rebotaran en la mente con intención de dejarlo sin saber qué decir—.

Al parecer lo conseguí, por que me levanté y me marché del restaurante sin recordar siquiera que todavía tenían que traerme la hamburguesa. Y no hizo nada.

Llevé las manos a mis bolsillos alejándome del lugar mientras caminaba a paso rápido por las oscuras calles de la ciudad. 

Doblé la esquina que ya me encaraba hacia una de las calles principales cuando de repente algo puntiagudo y afilado, literalmente, me atravesó el pecho violentamente. Me detuve repentinamente mientras observaba como algo metálico me atravesaba y mi camisa se teñía con mi sangre por momentos. Dolía. Mucho. Me tambalee muy mareado hacia el lado de la calle que daba a un edificio y tras golpearme de bruces caí al suelo antes de que todo se volviera negro y algo zarandeara mi cuerpo.

Y eso es lo último que pude sentir aquella noche, pues perdí el conocimiento mientras era zarandeado. 

Al perder la noción del tiempo, no se cuanto estuve inconsciente. Solo se que cuando abrí los ojos todo seguía oscuro. No sabía dónde estaba, pues no era capaz de apreciar nada estando tan oscuro. Apoyé mis pies como pude en el suelo, pues los brazos me dolían demasiado como atreverme a moverlos. Estaba colgado de ambos.

— Bienvenido al aula de castigos para jóvenes lobitos traviesos.

Escuché desde algún punto de aquel lugar antes de gritar sonoramente al recibir una descarga eléctrica que nuevamente me dejó aturdido varios segundos.

— Te habríamos preparado una suite, pero no contábamos con que iba a ser tan fácil poder atraparte. En todo caso, disfruta de tu estancia, y no te muevas mucho o la flecha con acónito podría rozar tu corazoncito impuro. Y no queremos que mueras tan pronto. 






Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 28, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Perdido en mi otro yo (Thiam).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora