Encerrado.

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Puedo decir que Theo me dejó con la palabra en la boca. Simplemente se marchó de la casa tan rápido que no pude responder.

Como le había dicho, lo primero que hice en su ausencia fue darme una ducha, y después cogí lo primero que vi en su armario. La ropa me quedaba algo grande, pero me sentía cómodo, por lo que estaba listo para comer algo y ponerme a jugar a la playstation como si no hubiera un mañana.

Abrí la nevera en busca de lo primero que me apeteciera comer y agarré el cartón de zumo. Tras servirme en un vaso que cogí de uno de los armarios, lo guardé de nuevo en la nevera y me dispuse a encontrar algo sólido por la cocina que poder llevarme a la boca. Finalmente encontré un paquete de galletas en uno de los armarios y me dirigí al salón. Dejé el vaso de zumo en la pequeña mesa que Theo tenía frente al sofá, y el paquete de galletas lo coloqué sobre el sofá una vez me acomodé en él. Me costó horrores acomodarme en aquella cosa rota, pero lo logré.

Pasados cinco minutos, en los que me dediqué a tratar de encontrar el canal de la playstation, me puse a jugar.

Al rato de jugar, decidí comprobar la hora que era. Tenía la sensación de que no había pasado más que una hora, pero al observar el reloj que había en la pared, junto a la televisión, sacudí la cabeza con fuerza. Era medio día. Ni si quiera me había acordado de tomarme el zumo y mucho menos de las galletas. Esa iba a ser mi comida.

Así que apagué la videoconsola y busqué algo interesante para ver mientras comía.

Pasaron dos horas más. Tenía la televisión aborrecida, pues no sabía que poner para tratar de entretenerme. Sentía como poco a poco moría de aburrimiento. Me sentía sólo.

Creo que lo echaba de menos. Aunque siempre consiguiera ponerme de los nervios.

El nerviosismo afloró en mí cuando empezó a oscurecer. Theo seguía sin aparecer.

Empecé a sentirme mal al haber dejado que fuera sólo a algo así. Y también me acordé de sus palabras. De cuando me pidió el abrazo.

Ansiedad.

Me levanté del maldito sofá y caminé por el salón sin saber que hacer y sin saber por que motivo me sentía así en aquel momento.

Theo era mentiroso, un imbécil, un manipulador, que había conseguido que intentara matar a Scott. Pero a mi me trataba bien, era amable conmigo cuando no intentaba meterme mano, y realmente me estaba cuidando.

Cuando quise darme cuenta estaba frente a la pared dándome cabezazos.

Sacudí la cabeza enérgicamente y me obligué a sentarme en una de las sillas. Tenía que hacer algo. No podía estar ahí encerrado pensando y golpeándome la cabeza como un idiota. Así que tras tranquilizarme, me levanté de la silla, suspiré ligeramente y recé brevemente para no incendiar la casa. Me disponía a hacer la cena por si Theo llegaba. Para ahorrarle el tener que cocinar también.

Durante el rato en la cocina, me sentía extraño. Por un lado, el aburrimiento que sentía, había desaparecido, y por el otro, me sentía extraño cocinando para Theo. En realidad me sentía extraño conmigo mismo, pero me gustaba echarle a él la culpa.

Algo de carne, puré de patata, y unos pocos guisantes. Algo típico y fácil de hacer. Fácil para todo el mundo, menos para mí. La poca carne que había en la nevera, se me quemó un poco. El puré, era una pasta grumosa que parecía que iba a salir corriendo en cualquier momento. Y los guisantes, los guisantes me salieron bien. Sólo había que cocerlos un poco.

Volví al salón a seguir esperando como un idiota nuevamente, cuando de repente escuché la puerta.

Un par de segundos más tarde, el alma se me cayó al suelo al verlo aparecer ensangrentado, con la ropa echa jirones y sujetando una bolsa del McDonald's.

- ¿Y esa cara? - Preguntó Theo sonriendo como si fuera idiota - Sólo son unos pocos rasguños.

- He hecho la cena, imbécil.

- ¿Has hecho la cena? - Preguntó de nuevo claramente sorprendido- ¿Tú?

- Sí, yo. ¿Quien va a ser?

- Oh... Pues... - Murmuró sin saber bien que decir-.

- Antes de que vayas a la cocina, lo veas y te rías de mí, ya te aviso que la carne se me ha quemado un poco, y que el puré, parece vómito.

- No iba a reírme de ti. A todos nos ha pasado al principio lo de quemar la carne. Aun que lo del puré, es nuevo.

- No empieces. Es igual, al fin y al cabo, la comida la has comprado tú, por lo que si prefieres comer comida basura, me parece bien. Lo mio pues no se. Se lo podríamos dar al perro si tuvieras.

- No digas tonterías, sólo te he traído hamburguesa a ti. Yo me comeré lo que has cocinado.

Alcé una ceja algo extrañado por lo que había dicho, y este se acercó a la mesa del comedor y sacó de la bolsa una hamburguesa, patatas, y una botella de agua.

- ¿Y por que me has comprado a mí eso? - Pregunté confundido -.

- Pues por que pensé que igual te gustaba, no lo sé. La cuestión es que pasé por delante y entré a comprarlo sin pensar. Y bueno, tengo que dejar el postre en el congelador. Pero eso lo compartirás conmigo ¿No?

- ¿El postre?

- Sí, un helado de esos que lleva chocolate y oreo si no me equivoco. ¿Me darás un poco? - Preguntó alzando las cejas -.

- Sólo si te comes la cena - Respondí sin poder evitar sonreír-.

- ¿Estás sonriendo?

- ¿Yo? No.

- Lo he visto - Respondió yendo a la cocina-.

El sonido de la puerta del congelador me indicó que estaba guardando el postre. Me senté en la mesa a esperarlo. A los dos minutos volvió con un plato en la mano, y los cubiertos en la otra. Se sentó frente a mí y se echó a reír.

- Ahora entiendo lo del puré.

- Te estás riendo - Murmuré mirándolo mal mientras me llevaba una patata a la boca -.

- Es sólo que se me hace extraño que hayas echo la cena.

- Me aburría. ¿Has solucionado el tema? - Pregunté alzando una ceja - ¿Puedo volver al instituto?

- Así es. A partir del lunes.

- ¿En serio?

- Sí, Liam. A partir de ahora, sólo tienes que preocuparte de Scott. ¿Me he ganado un abrazo?

- Puede que sí. Depende de cómo te portes durante la cena.

Perdido en mi otro yo (Thiam).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora