XII.

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Ambos clubes estaban nerviosos, y algunos integrantes querían escapar a la hora del almuerzo para evitar posibles escenarios bochornosos.

Por un lado, los miembros del club de taekwondo habían entrenado hasta casi desfallecer. La próxima competencia interescolar se acercaba a pasos agigantados y, a pesar de ser solo estudiantes, eran serios y muy apasionados en sus entrenamientos para ganar cada encuentro. No obstante, después de casi convertir su cuerpo en espuma de mar y evaporarse con el aire, decidieron descansar después del primer receso y asistir a clases para volver al entrenamiento al día siguiente.

Mientras tanto nuestro club de economía doméstica acordaba los arreglos de los nuevos atuendos para los diferentes clubes de la secundaria. Si bien su prioridad era el club de taekwondo, los clubes como karate, judo, basketball, fútbol y otros 3 más dependían de ellos para sus diferentes competencias. Es por ese motivo que decidieron aprovechar el tiempo de ausencia en clases para organizar los horarios y así tener el tiempo disponible para acompañar al club de taekwondo a sus competencias.

—Según nuestro itinerario para la temporada de competencias de los clubes... —empezó contando Mitsuya, revisando y agrupando los diferentes papeles en carpetas de colores según el club al cual pertenece—, ¿tendremos que llevar trabajo a casa? —preguntó con desánimo y resignación mientras el resto de su equipo veía como su tiempo libre se iba como el viento en primavera.

—Creo que sí —Ken fue el primero en responder, queriendo arrojar todos los papeles acumulados a la basura—, no tenemos otra opción. Además, ya decidimos que ayudaremos a los del club de taekwondo en sus competencias. 

—Me quiero retirar del club... —se lamentaba Kazutora mientras caía de forma dramática a los brazos de Sanzu, el cual solo lo empujó de vuelta a su lugar de origen.

—Además, nos tendremos que quedar hasta horas después de la salida ¿verdad? —cuestionó Chifuyu con preocupación. Ser hijo único y estar al pendiente de la salud de su madre fue una de las razones por las que se unió al club, ya que su presidente y los horarios le permitían salir temprano y llevar el trabajo a casa, pero se estaba dando cuenta que con las nuevas responsabilidades muchas cosas cambiarían en su rutina.

—De eso no te preocupes Chifuyu —tranquilizó Ryuguji con una sonrisa y un ligero revoloteo de su mano en los mechones rubios del más pequeño—, si puedes quedarte lo haces, pero si no puedes eres libre de terminarlo en tu casa. Además, tenemos a Souya y Yuzuha como mano de obra extra —agregó con una sonrisa de orgullo—, y sabes que les encanta venir a recoger chismes y ayudar en el proceso —con una risa poco usual brotando de sus finos y rosados labios finalizó su comentario de apoyo.

—Es verdad, todos estamos para apoyarnos, sino mira como está Ken —dijo el pelirosa a través de la mascarilla y señalando al rubio segundos después—, super relajado y viendo las estadísticas de nuestro presupuesto, que nadie entiende por cierto, a pesar de tener que enfrentar en pocos minutos al enano que lo trae loco —agregó a modo de broma, recibiendo una mala mirada por parte del afectado.

Era cierto que Ryuguji Ken era la única persona capaz de comprender, entre todos los presentes en la habitación, las estadísticas y temas contables de su club. Era capaz de sacar a flote al club hasta en las peores de las situación, mantenía la serenidad y el orden cuando todos sentían que no podían con tantas responsabilidades y encargos por parte de la dirección, y sobretodo no dejaba que la tristeza le afectara y escapara de la torre que había formado alrededor de su corazón.

Mitsuya lo observaba mientras terminaba de pasar las carpetas que había organizado a su vicepresidente, el cual se había quedado pensativo por lo que mencionó el pelirosa. Sabía lo que pasaba por la mente de su mejor amigo, la devastadora tormenta que formaban sus pensamientos, y la cual no se mostraban en el rostro contrario a pesar de los comentarios que le hacían sus amigos con respecto al capitán Sano.

AP CHAGUI... Puntadas directo al corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora