XVII.

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Las actividades para ambos clubes habían aumentado de forma drástica con el pasar de las semanas, y esto debido a las próximas competencias que ya estaban por comenzar. Además, las interacciones entre los jóvenes integrantes se habían detenido en un noventa por ciento lo que dejaba una sensación de tranquilidad poco usual.

La calma antes de la tormenta dirían algunos. Pero para el club de economía doméstica ese tiempo había sido un infierno, como si los peores desastres naturales se fusionaran y no hubiera calma que presumir.

Mitsuya, como presidente y representante de todo su club, repartió cada tarea a realizar con previa organización y midiendo tiempos de manera minuciosa para evitar horrores. El pelilia les había hecho a sus amigos, los cuales se encargaban de la costura y la confección de uniformes, una lista detallada de todo lo que debían hacer:

Doboks (4) preparados para la tercera semana de noviembre; los bordes dorados deben estar ajustados y sin hilos sueltos, doblarlos y acomodarlos en una caja para su recojo. (Ya saben por qué falta uno, de ese me encargó)

Karategi (7) del club de karate para la segunda semana de noviembre; los nenes quieren sus nombres como los del club de taekwondo, sabía que no debíamos hacer tratos especiales, buena suerte con eso, doblarlos y acomodarlos en una caja para su recojo. Los nombres están en un papel pegado a la pizarra. Sí Kazutora, tenemos una pizarra, solo que nadie la ve.

Polos (34) y shorts (34) para los clubes de básquet, fútbol, voley para la tercera semana de noviembre; todos están separados por colores y deben ser remallados y doblados para su recojo. También están las especificaciones que estoy mencionando en la pizarra. REVÍSENLA.

Chaquetas (23) y pantalones (23) para el equipo de béisbol, sin modificaciones pero...

Y eso solo era para la sección de costura y confección, la lista para los bentos y acompañamientos era igual o más horrible de leer. Habían empezado con tiempo, para ser precisos la primera semana de noviembre. Cada tarde se reunían los cinco miembros del club a confeccionar, remallar, ajustar bases y tallas de cada prenda que lo requería, teniendo siempre cuidado de no hilar de más o cortar alguna costura que pueda perjudicar el resultado final o pero aún, costarle la competencia al alumno que la portaba.

Al ser pocos los integrantes ese último punto era el que más les preocupaba, por eso la ayuda que recibían de Souya y Yuzuha era bien recibida. El gemelo Kawata ayudaba en el club los lunes, miércoles y viernes, mientras la joven Shiba ingresaba a escondidas los días que el pelicelente no podía llegar. Cada miembro del club, oficial o no, se esforzaba por sacar lo mejor de sí para la preparación de cada prenda y no tenían problema alguno en terminarlo en sus hogares.

En una de esas tardes llenas de telas recortadas, agujas e hilos por todos lados, sacaron el tema sobre llevar las confecciones a casa, siendo el primero en responder el gemelo menor.

—Souta... ¿Tu hermano te deja terminar las prendas en casa? —Kazutora estaba aburrido de cortar, coser, y pincharse los dedos en todo el proceso del remallado, por eso necesitaba distraerse para no hincar la pequeña varilla de metal en sus venas de pura casualidad.

—¿Eh? Claro que no, pero si discutimos es peor —reconoció para sorpresa de algunos—, sabe que necesito un poco de tiempo para distraerme y pues si ve que me encierro en mi cuarto es por esto —señaló la prenda que tenía casi terminada en sus manos.

—Hoy Yuzuha no ha venido para preguntarle pero seguro alguien nos puede ayudar... ¿verdad Mitsuya? —preguntó de nuevo, esta vez con un tono sugerente.

—Tampoco tiene problemas —explicó el pelilila con expresión molesta—, Hakkai sabe que viene algunos días a ayudarnos y la recoge a la salida para que ambos no tengan problemas con su hermano mayor.

AP CHAGUI... Puntadas directo al corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora