VII.

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Mitsuya estaba a punto de reclamar lo que había escuchado de la boca del rubio, analizando el tiempo que demoraría su puño en impactar la sonrisa del contrario y que éste le devuelva el golpe al segundo siguiente para demostrar que los rumores eran ciertos y que su habilidad no era una broma, cuando su novio lo interrumpió sacudiendo su mano para llamar su atención.

- Esperen, creo que lo han malentendido -interrumpió Hakkai antes de que su novio hablara, había reconocido de manera inmediata la cara de indignación que tenía pintada en el rostro-, solo queremos que nos acompañen como apoyo.

El menor de los Shiba empezó explicando cómo en algunas competencias tenían problemas con los uniformes cuando estos se rasgaban por algún mal movimiento mientras enfrentaban a su oponente, el como habían notado a sus propios contrincantes luchar por reparar tales daños sin éxito, los almuerzos tan bien preparados que recibían cuando viajaban y que eran envidia de todos.

El club de economía doméstica era vital para ellos y si tal absurda situación los había unido, pues lo aprovecharían en beneficio de ambos clubes.

- Y el principal motivo, es que hemos notado que su esfuerzo no es reconocido por la escuela, así que decidimos incluirlos como aliados en nuestras competencias, para que así todos noten el gran trabajo que hacen por nosotros -finalizó con una sonrisa dirigida especialmente a Takashi, que lo miraba sorprendido y enternecido.

Y es que eso último no se lo esperaba. Nada de lo dicho por el peliazul terminaba de procesarse para los miembros de su club. Estaban sorprendidos pero felices. Mitsuya quería lanzarse a los brazos de su novio y llenar el rostro contrario de muchos besos. Pero no lo haría, la vergüenza que se llevarían sería demasiado grande.

- Está bien, conversaré con los miembros de mi club y mañana a la hora de receso nos pueden ir a ver a nuestro club para la respuesta -respondió Takashi seguido de muchos pulgares arriba de parte de sus amigos. Estaba feliz, todo había ido muy bien, mejor de lo que había esperado.

- Como quieran, nos vemos mañana -contestó Manjiro, despidiendo a todos y por sobre todo orgulloso de cómo se habían comportado sus compañeros de club.

Cada integrante del club de taekwondo se dispuso a devolver las toallas usadas, siendo Mikey el primero en regresar tal objeto a un Ken todavía procesando lo mencionado por Hakkai. Lo miraba atentamente, esperando a que se de cuenta de cómo extendía su mano con la toalla para que lo recibiera, pero al parecer este ni lo notaba.

Sanzu al darse cuenta de la escena que estaba armando su vicepresidente se tomó la libertad de darle un segundo golpe justo donde había sido realizado el primero, lo cual funcionó ya que reaccionó de manera efectiva. Manjiro se dio cuenta del golpe, de lo efectivo que fue, y solo le dio un pequeño movimiento de cabeza en agradecimiento.

- No pensé que mi presencia te dejara tan aturdido -le mencionó con una sonrisa arrogante-, al punto de que tu amigo te tuvo que golpear para despertarte.

- No fue así -le respondió agarrando de manera apresurada la toalla, pasando por alto las miradas y sonrisas mal disimuladas de sus amigos-, solo me distraje.

- Si tu lo dices...-concedió con una sonrisa socarrona, para después preguntar-, ¿Cuál era tu nombre? Después de casi lanzarnos insultos, mínimo debo saber el nombre de la persona a la que me enfrento.

- Ryuguji Ken -indicó con ligera desconfianza. El rubio de media coleta le parecía intrigante y no por algún tipo de interés especial ni personal. Era solo que, inevitablemente en todo el camino hacia el dichoso club, los ojos contrarios los había comparado con la nobleza del vestido Nelios dress color negro, ya que era una pieza que rememora la pureza del suelo, gracias a los minerales de la montana como el ónix, la obsidiana o la turmalina, y que a racionamiento de Ken encajaba perfecto con el pequeño rubio.

AP CHAGUI... Puntadas directo al corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora