XI.

778 128 8
                                    

Hakkai había llegado a tiempo. Casi a tiempo.

Su capitán lo veía desde el centro del dojang*, esperando una respuesta a su pequeña tardanza en la reunión matutina del día. Sano Manjiro era un joven que se caracterizaba por dormir mucho y comer a montones, su mente estaba abarrotada de entrenamiento, poses de pelea y técnicas para dejar a sus oponentes noqueados, pero la puntualidad nunca fue su cualidad más resaltante. Eso lo dejaba en manos de sus hermanos y de Keisuke, que lo llevaba a los lugares necesarios en los momentos que se requería.

Eso y todo lo que empiece con A y termine en MOR.

Por eso, cuando vio al menor entrar por la puerta del lugar de entrenamiento, decidió fastidiarlo un poco como castigo de su tardanza.

- ¡Shiba Hakkai! -llamó como si el grito de una fan de algún grupo de k-pop se tratase-, ¿Puedes explicarnos por qué llegas tarde? -interrogó con el ceño fruncido.

- Yo... ehm...

El peliazul estaba asustado. Todos lo miraban entre atónitos y socarrones, y ni qué decir de los nuevos ingresantes al club, los cuales no entendían lo que estaba sucediendo.

- Hakkai, habla de una vez. ¿O es que quieres entrenar conmigo por una semana completa? -preguntó con una malvada sonrisa.

-¡Por favor no capitán! -tembló el peliazul.

- Mikey... -musitó Baji detrás del rubio de coleta, el cual buscó la mirada contraria al escuchar su apodo-, ¿no crees que una semana es muy poco?

Hakkai supo lo que era la traición en ese mismo instante. Su vicecapitán estaba intentando convencer al líder del equipo a que convirtieran su cuerpo en alma pura y polvo estelar. Takemichi y Nahoya, quienes estaban confundidos por todo lo que estaba pasando, intentaban buscar un momento para hablar y ayudar al Shiba a tratar de apaciguar la situación, pero no encontraban cómo empezar a hablar. Se empujaban y golpeaban con manos y codos para llamar la atención de sus superiores, pero eran ignorados sin piedad.

- Tienes razón... -contestó Manjiro, ajeno a lo que sucedía detrás suyo-, si Hakkai no quiere estar un mes entero entrenando conmigo es mejor que empiece a hablar.

El mencionado quería meter su cabeza en un hoyo, imitando a la avestruz que visitó con la familia Mitsuya hace algún tiempo, y dejar que el tiempo corra para poder ir a la futura reunión con el club de su novio y olvidar todo lo sucedido con su tardanza.

Con un suspiro derrotado y las mejillas arreboladas, el de pelo azul comenzó a narrar lo que hizo antes de entrar al club. Empezar desde que salió de su casa bajo la mirada escueta de su hermano y la preocupada de su hermana, llegar a la casa de su Takashi y olvidar sus problemas peinando y mimando a las hermanas menores de este y acompañarlo a recoger al mejor amigo rubio de su "hogar". Claro que omitió partes como los pequeños besos a escondidas de los curiosos y somnolientos ojos de la pequeña Luna, o las miradas curiosas de las chicas en el Soaplands donde Ken vivía. Ellas sí que eran curiosas.

- Entonces... ¿Tu novio es muy amigo del rubio de trenza? -preguntó Manjiro con una ceja alzada, típica de una novia cuando descubre los mensajes secretos de su pareja.

- Algo... -respondió dudoso el peliazul-, se conocen desde niños así que son como mejores amigos -aclaró, no sabía el porqué pero lo sintió necesario. El rostro de Manjiro lo exigía.

- Bien. Pero ahora él está contigo ¿verdad? -volvió a cuestionar, haciendo que Hakkai perdiera el hilo de toda la conversación. El menor no entendía cómo pasó de una casi penalización por llegar tarde a revelar las relaciones amicales de su pareja.

AP CHAGUI... Puntadas directo al corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora