Sin comentarios.
Espero les guste igual, creo que este Os no tiene moraleja (?)...¿desde cuando mis Os la tienen? JAJACazador de pesadillas
Las noches siempre fueron tus favoritas para desarrollar tus hobbies, no es como si fueras una maestra del voodoo o algo parecido, sin embargo el día te consumía con tus responsabilidades. En ellas incluía todo lo que la casa demandaba, como lo era el cocinar y lavar la vajilla, lavar la ropa y tenderla, limpiar y trepar los suelos; además de tener que ir a la escuela, donde pilas de tareas se acumulaban cada día.
O tal vez...la magia no es una mentira.
—¡Anna! ¿Dónde esta mi taza favorita?—preguntó tu padre llegando recién del trabajo.
Dejaste el sartén con los huevos friéndose para la cena mientras alcanzabas la taza blanca y azul que se hallaba en el estante más alto. Con tus escasos uno cincuenta era difícil alcanzar incluso el cereal. Fuiste hasta la mesa para darle su precioso objeto.
—Creo que pudiste haberla alcanzado tu mismo—murmuraste en un tono audible para él.
Regresaste a la cocina sabiendo que iba a explotar, pero si tenías ocupadas las manos no podría obligarte a mirarlo.
—¡Eres una mal agradecida! ¡Todo lo que tienes aquí es mío! ¡Yo te lo he dado y nunca lo agradeces!—le avergonzaba que gritaras fuera y dentro de casa. Ah, pero él podía hacerlo a pesar de que aparenta ser otra cosa frente a los vecinos—Solo te pedí una cosa.
—¡No te hable mal! Estoy ocupada y aún así me pediste pasar una taza que está a tu derecha— apagaste el fogón de los huevos y comenzaste a saltear las salchichas.
—¡Y a ahora estas gritando!
—Grito porque tú gritas.
—Yo soy tu padre y puedo hacer lo que se me de la gana.
No necesitaste verlo para saber que sus ojos inyectados en ira estaban causando un agujero en tu nuca, casi nunca podías soportar la decepción en su mirada. Te ama, a pesar de que a veces te hacía sentir como un error.
—Si no te gusta, entonces vete. La puerta está abierta cuando quieras.
Aprestaste los labios reteniendo las lágrimas.
—Esta es...esta es mi casa.
Más no tu hogar.
Comiste en silencio frente al hombre que te engendró, este devoraba la cena que preparaste sin soltar un mísero gracias, en cambio comentaba que debía tener un poco más de sal. Porque no sabía tan bien como el que preparaste antes, ya habías perdido la sazón.
¿Y como no? Expulsabas el odio por medio de la cocina, aunque parezca un chiste, eso hacía que la comida supiera mejor.
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Twisted Wonderland One-shots
Random¿Ir al Night Raven College? ¿Ganar el torneo VDC? ¿Evitar que la novia fantasma golpee a nuestro crush? Un humano en una tierra de magos sexys... Please~