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¿TREGUA?

• Jessica Allen •

Llevaba un día bastante normal.

Me desperté temprano para ir a mi trabajo, a media mañana fui por unos cafés para Ruth y para mi, más tarde le hicimos a tres chicos una entrevista obligatoria para el puesto que habíamos ofrecido... Vamos, la rutina de siempre.

Pero... una cosa si había cambiado. Mi estado de ánimo era más animado, eso causaba el odioso de Thomas en mi... Sé que no debería después de todo lo que paso, aún así, no me era del todo irrelevante que estuviera aquí.

Solo faltaban horas para nuestra charla.

Solo quería pensar en lo positivo. Ya era hora de tomarme un respiro, además, estaba súper nerviosa y ansiosa, según los comunicadores del concurso, mañana enviaban la confirmación para la segunda prueba.

Así que, mucha presión por hoy, aunque todavía me faltaba el resto de día.

Cuando llegó la tarde tuve mi descanso, y como solía hacer casi siempre desde que todos empezamos a trabajar, caminaba unas calles más y entraba en la cafetería de Los Browns.

—¡No te aguanto!—grita la rubia.

Y ahí van de nuevo...

—¡Ni yo a ti, loca!—es la respuesta de su hermano mayor.

Ambos estaba detrás del mostrador, y aunque parece una cosa absurda, sí, trabajan juntos y eran unos imanes para atraer clientela joven.

Chicos, chicas... Bueno, de todo un poco.

La mayoría solían ser heteros, es decir, Alison estaba atiborrada de chicos guapos, atléticos y seductores, pero ella solo tenia ojos para su novio, cada vez que lo veía sus ojos brillaban de una forma envidiable.

Y Caleb... Pobre de él, tenía chicas a más no poder, pero ellas salían un poco desepcionadas cuando veían que Caleb era gay.

En fin, todo no se puede en la vida.

—Hola, Browns—digo con burla. No les gusta que les llamen así.

—Por Dios, Jessi.—empezó Alison, dispuesta a molestarme igual, pero aliviada de verme—Somos hermanos pero no hay necesidad de unirnos por nuestro apellido cada vez que nos ves.

—Bien,—levanto mis manos en rendición—¿Me pones lo mismo de siempre, por favor?

—Vale.—respondió ella, cogiendo un plato ya preparado.

Mientras llego a los asientos de la barra, me coloco delante de Cal.

—¿Y tú? Ya ni me saludas.—finjo indignación.

—Pero si nos vemos todos los días, eso es malgastar saliva.

Entrecierro los ojos.

—¿Has oído eso, Alison? Nuestro chico está mal.—analizó la situación—¿Qué pasó ahora?

Alison aparece delante de nosotros rápidamente y deja delante de mis ojos el plato de antes con un trozo de tarta de chocolate.

TÚ Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora